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Máximo Cayón Diéguez, cronista oficial de la ciudad de León
León

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El 28 de agosto de 1471, en la batalla de Arcila, el monarca portugués Alfonso V, el Africano, tomaba Tánger. Allí se encontró una tumba cuya lápida recogía esta inscripción: «Marcellus, mártir legionensis». El hallazgo posibilitó la recuperación de los restos mortales de San Marcelo, que el 29 de octubre del año 298, en la subprefectura de la indicada ciudad mauritana, había sido ejecutado, después de un rápido proceso, iniciado apenas dos meses antes, como consecuencia de su encendida y pública defensa de la fe cristiana, realizada en el lugar donde hoy se alza la iglesia erigida en su memoria, muy próxima a la actual capilla del Cristo de la Victoria, y en el cual la tradición sitúa la vivienda del valeroso centurión, hombre de profundas creencias religiosas.

El Excmo. Ayuntamiento de León es patrono de la citada capilla, que antes de su reestructuración en el siglo XIX, tenía portalón, a manera de atrio, y sacristía. La portada actual, obra del arquitecto Demetrio de los Ríos, es una réplica de la portada del Perdón de la Real Colegiata Basílica de San Isidoro, situada en el crucero sur y atribuida al maestro Esteban.

Marcelo, casado con la virtuosa Nona o Nonia, que con ambos nombres se la conoce, engendró doce hijos varones. Los más conocidos en la vida local son los tres primeros, Claudio, Lupercio y Victorico, martirizados y sepultados el 30 de octubre del año 303, en el mismo paraje de su inmolación, junto a la primera iglesia de cristianos de nuestra ciudad, es decir, donde fue erigido más tarde el desaparecido monasterio benedictino de San Claudio. Sus restos, junto con los de San Ramiro, prior del señalado cenobio, religioso que, con sus doce monjes, fue víctima del martirio a manos de los arrianos, se encuentran hoy en el altar mayor de esta iglesia de San Marcelo, en sendas arcas de plata del siglo XVII, autoría de Hernando de Argüello.

La estrecha colaboración entre el rey Fernando el Católico, el Cabildo Catedralicio y el Concejo leonés propició el traslado a nuestra ciudad de los restos del Santo Legionario, que llegaron a esta antigua Urbe Regia el 29 de marzo de 1493, Sábado Santo. Fueron depositados en la anterior iglesia románica del siglo XII dedicada a San Marciel, dicho a la vieja usanza, que ya entonces presentaba un manifiesto deterioro. Por ambos motivos, el 15 de mayo de 1588, el prelado legionense Francisco Trujillo, el cabildo catedralicio y la municipalidad aceptaron el pliego de condiciones de la fábrica del nuevo templo, de estilo herreriano, rematado entre 1625 y 1627. Obra de Baltasar Gutiérrez y de Juan de Ribero Rada, arquitectos de la Catedral y del Palacio de Poridad, respectivamente, la nueva iglesia se inauguró el 10 de marzo de 1628, por Gregorio de la Pedrosa, obispo de León.

La imagen de San Marcelo se venera en el altar mayor de esta iglesia. Luce indumentaria del siglo XVII. La talla fue un encargo del regidor leonés Ramiro Díaz de Laciana y Quiñones al famoso imaginero Gregorio Fernández, mediante contrato suscrito el 19 de febrero de 1628. La efigie está escoltada por las tallas de su esposa y de sus doce hijos, que datan de 1722. Son obra de Santiago Velasco,

Un arca de plata, situada hoy debajo del altar mayor, preserva las reliquias del santo patrono, que en distintas ocasiones se llevó en rogativa a la S.I. Catedral. Realizada en 1627, por el citado orfebre leonés Hernando de Argüello, en principio, quedó situada en lo alto del retablo, en un nicho que cerraba una reja dorada, cuya llave custodiaba la municipalidad, concretamente, el Caballero Primiciero. La presencia de este era necesaria lo mismo para la apertura que para el cierre de la citada arca. En el siglo XIX, el Ayuntamiento de León, por distintas vicisitudes políticas y sociales, perdió el privilegio que suponía la custodia de la mencionada llave.

Cumpliendo el ceremonial establecido en el calendario de las celebraciones de esta capital del Viejo Reino, recogido en las Políticas Ceremonias del Marqués de Fuente Oyuelo, «el día de San Marcelo, patrono de esta nobilísima ciudad, [el Ayuntamiento] se junta en la Catedral, y el Cabildo de ella sale en procesión, y va a la Iglesia parroquial de este glorioso Santo, que goza su inestimable cuerpo, y allí se dice la misa con toda solemnidad…». De esta forma se honra a San Marcelo, que es patrón de la ciudad de León y, asimismo, de la Policía Local legionense, por acuerdo tomado en el pleno municipal celebrado el 25 de enero de 1983.

Para interpretar el presente hay que conocer el pasado. San Marcelo es el patrón de esta antigua Corte de Reyes. Su gloria y su ejemplo han pervivido a través de los siglos y las generaciones.