Cartas a la Casa Real Española
La invitación que los próceres de Sahagún dirigieron al actual rey para que asistiera a la inauguración del llamado panteón de Alfonso VI, ese que al fin quedó en dos túmulos con figura yacente en cada tapa, no fue aceptada, al menos la no asistencia lo indica. Indicio, no confirmación o callada por respuesta, a partir de un primer acuse de recibo. Todo a pesar de ser prolongada en el tiempo la invitación, por si cambiaban de parecer quienes nutren de contenido la agenda real, ¡nada! Se ve que lo leonés, provincia, región y ¡reino que fue y tanto le atañe a la Corona! no merece interés, ni apoyo, ni comprensión.
¿Debe dolernos a los leoneses este comportamiento? Indudablemente ¡sí!, y mucho. La no asistencia, por ser suaves en la interpretación, no era un juego posicional, y sí marcaba una despreocupación hacia lo leonés, que en verdad desprendía el tufillo del deseo inveterado, más allá de nuestros lares, de tenernos cada día un poco más subsumidos en lo castellano. Esta invitación cursada al rey, en horas bajas de la Corona, por aquello de los asuntos del rey emérito, y no tomada en consideración, ¿qué nos sugiere? Que si descartamos el tema sepulcral de Alfonso VI, que ven muy lejos y con máculas para los intereses predominantes castellanos dominantes, su presencia en León no aportaba nada al monarca actual.
La mano negra, o el soplo negativo del «Eolo» autonómico, con firme bucinador pucelano, para desarbolar todos nuestros intereses de clara connotación leonesa, una vez más se nos antojan, a dúo, o por separado, partícipes del silencio, veneno en potencia, y la no asistencia. Toda vez que si la propuesta se promueve al más alto nivel político, o se apoya, el asunto toma otro cariz.
Hay otra carta dirigida a la Casa Real, escrita por manos expertas, literarias, sin duda precisa, cursada con el rango de invitación o propuesta para que el rey Felipe acuda al acto popular de la lectura de los Decreta, aludo naturalmente a los que se leen en la capital legionense, a la vera de San Isidoro en espacio público, en abril de cada año desde 2017, año de feliz arranque para reafirmar el dato histórico. Pasado el reconocimiento de la Unesco para el mundo, en 2013 pronunciado, el dato podía quedarse en signo, estupendo pero de hemeroteca. Había que implicar al pueblo, para que sintiera suyo lo legislado en 1188 que hoy sigue vigente aunque se escriba con otra letra, para que alcance el grado de tradicional revivirlo con la lectura. La presencia real se debe entender como de vital compromiso, es su papel. ¡Aún no hay respuesta de aceptación!
Connotaciones entre ambas misivas, las hay, tanto coyunturales, como de rango, ambas no eludibles, de modo que haré unos apuntes reflexivos. La municipal de Sahagún, hecha libremente, desde el ámbito político municipal, con todos sus derechos, buena fe y las mayores esperanzas puestas en ellos, en busca de un solemne acto, que se reforzaría con la presencia del rey, mucho me temo que sonara floja y con poco aporte, pues todo es medible en este mundo de intereses entre dirigentes y dirigidos. Debería haber sido cursada «con avales», seguro, pues los sentimientos se pueden quedar en florituras. ¿Debemos entender los leoneses como desgana la postura de la Casa Real?
A modo de inciso: Que Panparacuatro, alcalde de Sahagún proclamara en 1931 la Segunda República, precisamente un mes de abril y con prontitud municipal protagonista, supongo que habrá quedado sin más para la historia. ¿O no?
¿Qué sabe la Casa Real de la lectura de los Decreta?
Los Decreta de 1188, que la actuación de Rogelio Blanco consiguió que la Unesco pusiera en órbita, tanto la fecha como el hecho con la repercusión beneficiosa inmediata y posterior para los pueblos, ¡es impagable! Tal mérito (hoy asignatura pendiente) se ha de plasmar de forma fehaciente. No es pagar, es reconocer. Lo digo a modo de propuesta. La estupenda idea, y bien luchada, de Aparicio y Merino, ambos por todos los leoneses bien conocidos, más la Asociación Amigos de los Decreta que se sumaron a ella, ha quedado plasmada en la Lectura Popular de los Decreta, que nació para quedarse, no puede ser tomada como de menor cuantía por la Casa Real, como si de un evento, con cierta pátina histórica localista se tratara. Lo legislado en 1188 con el pueblo como estamento, de ahí lo del parlamentarismo, atañía a todo un reino, y a todo el pueblo a él perteneciente. Los leoneses de hoy somos herederos directos. Esto es incontrovertible.
Hace escasa fechas se hizo otra lectura popular, dentro del ámbito provincial leonés, esta vez a las voces adultas se añadieron las de niñas y niños a los que dio opción el comité organizador de Ardón, no sin la necesaria colaboración de los Amigos de los Decreta. Todo un éxito en un día estupendo al aire libre y buena organización. En el presente mes de octubre se ha vuelto a repetir la lectura, esta vez en Sahagún. En acto que se podía conjugar con la inauguración del panteón de Alfonso VI. También buena organización, con la colaboración de los Amigos de los Decreta, pero esta vez tuvo lugar en la capilla de San Benito, en un fabuloso recinto eclesial. Leyó la alcaldesa Paula Conde, y pudimos ver a Gonzalo G. Cayón, formando parte activa de los prolegómenos.
Amancio González, el escultor que ejecutó los sepulcros que alojan los huesos del rey Alfonso VI y de sus esposas, como era natural y de libro, estuvo en la inauguración oficial de la obra, que todos sabemos fue muy cuestionada. ¡No participó en la lectura de los Decreta! cosa que sí había hecho en Legio en 2017. Se ha empeñado en no enmendar lo de la corona que en justicia histórica leonesa no se corresponde con el rey y su reinado. Tampoco la obra se ha finalizado con el acabado diseñado por él y aprobado por el municipio. Queda claro que tendrán que ser otros los que pongan las cosas en sus justos términos.
Está claro que la invitación cursada al rey para la asistencia a la Lectura de los Decreta en un futuro próximo abril, va a requerir un recordatorio, más las gestiones oportunas, oficiales y oficiosas. Esto es apreciación personal mía. El Consistorio municipal lo acogería protocolariamente vestido de gala, momento en el que el rey sería invitado a tremolar el Pendón Real ante el pueblo, que significaría su proclamación oficial en el Reino de León. Se cumpliría así lo histórico de unos acontecimientos inamovibles. Sin olvidar que el color carmesí del citado Pendón se corresponde con el que el monarca ha adoptado para su Casa. ¡Su color real!
Los leoneses no debemos pasar por alto que nos «debe» esta visita.