Diario de León
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León

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LA democracia, como sistema derepresentación de la voluntad popular, tiene su fundamento, con sus ventajas y servidumbres, en el libre juego electoral de los partidos políticos. El artículo 8 de nuestra Constitución señala que éstos «expresan el pluralismo político, concurren a la formación y manifestación de la voluntad popular y son instrumento fundamental para la participación política». La Constitución no impide, sin embargo, que cualquier colectivo, bajo ciertos requisitos legales, pueda concurrir a las elecciones; pero en sistemas democráticos consolidados su representatividad suele ser escasa y su eficacia política nula. Por eso hoy, y al revés de lo ocurrido en las primeras elecciones, apenas hay candidaturas de esa naturaleza. La Constitución no prohibe tampoco que una asociación de vecinos participe en contiendas electorales; pero tal hecho supone necesariamente la pérdida de su principal seña de identidad. Los sindicatos también podrían presentarse a las elecciones municipales, ¿por qué no lo hacen? Porque éstos, como las asociaciones de vecinos, unen a colectivos ciudadanos no por sus ideas políticas o sus creencias sociales y religiosas, sino para la defensa de intereses legítimos pero particulares. Los sindicatos y las asociaciones no son apolíticos, pero su pluralidad ideológica o social es un obstáculo para la lucha política. Los partidos, al contrario, son expresión del pluralismo político, pero no son plurales desde el punto de vista ideológico, sino que cada uno de ellos defiende una determinada concepción política o programa, que es lo que se dirime en las elecciones. Lo anterior son obviedades que todo el mundo conoce, pero que traigo a cuento por la anunciada pretensión de algunas asociaciones de vecinos de Ponferrada de concurrir a las próximas elecciones municipales. Son, en mi opinión, rumores interesados que provocan cierto revuelo en la ciudad e inquietud en el PSOE. Si yo fuera Charo Velasco no me preocuparía lo más mínimo ni por Alberto Zapico, presidente de la Federación de Asociaciones de Vecinos, ni por Pedro Fernández, ex-secretario local socialista. Me parece que son movimientos, al menos en el primer caso, que buscan, mediante la amenaza de división electoral, un puesto en las listas del PSOE local en un lugar relevante, pues en algún otro seguramente ya se lo han ofrecido. El afán de protagonismo de algunos es tal que la candidata socialista debería prescindir sin más de sus supuestos apoyos electorales. No veo en Ponferrada más que dos partidos políticos, PSOE y PP. El partido Popular, con el actual alcalde a la cabeza, lo tiene más fácil, pues ocupa todo el espacio del centroderecha sin competencia alguna. Aun sin el carisma de Ismael, López Riesco se beneficiará de la labor realizada en estos años, pese a las protestas del IBI o del AVE. Le beneficia además la escisión del Partido del Bierzo que debilita aún más a los regionalistas bercianos; probablemente en estas elecciones desaparecerán inexorablemente del panorama local. Hay un posible peligro en la UPL no tanto el leonesismo como por el atractivo personal de Joaquín Otero, que es buen dialéctico y duro fajador; si éste al fín el candidato, como se rumorea, puede alzarse con algún concejal en detrimento del PP. El partido Socialista parte con desventaja; de esa debilidad nace el tour de force de algunos dirigentes de asociaciones vecinales, tradicionalmente ligados a ese partido. Una división de la izquierda, fragmentada en varias candidaturas, sería un desastre para el PSOE, no por los resultados que esas candidaturas pudieran obtener, sino porque restarían imagen y votos al proyecto socialista. ¿Se atreverán a tanto los irresponsables que así lo pregonan?. Lo dudo. Si fuera Charo no me preocuparía de ese farol; trataría de adecuar la candidatura con buenos proyectos, y buscaría caras nuevas, gente joven y competente. Algunos nos aburren demasiado.

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