El PSPE es unidad unida
El «partido socialista pedro sánchez» ha conseguido la unión de la unidad: él unido consigo mismo. Pero: había cámaras en el Congreso del partido y el cuerpo no engaña a la vista del experto. El lenguaje corporal de la primera fila era una radiografía (ni retocada ni pixelada) de mentes y corazones en cierta cercanía física.
Impresiona ver cómo el Partido Sánchez ha engatusado, con la cínica impostura de sus bien adiestradas mañas embaucadoras, a tantos socialistas nuevos y viejos (sobre todo viejos), a quienes ha dejado simples, cándidos, necios y mentecatos, usando sus ardides, patrañas y mentiras.
Se vio de todo, a pesar del cuidadoso disimulo del realizador manejando los encuadres. Era imposible ocultar tanto artificio, tanta falacia, el repugnante cúmulo de farsa. Bajar manos alzadas, aprobación por consenso, estamos todos de acuerdo, somos los mejores (yo), unidad en lo que impongo, ¡todos a callar! Etc.
El narcisismo egolátrico del jefe aparecía por todas partes y el fingimiento zafio de los figurones presentes no era suficiente para taparlo de continuo.
Eso sí, la cocina fusión (como lo ha llamado Javier Fumero) parecía espléndida, pero desarbolada. Ni una sola bandera de España, como si fuese un panorama lunar, mítico o monótono; plagado de gentecilla atenta solo a la orden de aplaudir. ¿Quizás realidad virtual? Sí, un partido de galaxia ignota que aterrizó con escala en Valencia y cartelería desplegada para la ocasión. De España, solo mentiras.
Jamás, nunca ha sido tan adecuado el dicho: «Dime de qué presumes y te diré de qué careces». Sánchez lo calcó, reproducción al pie de la letra, fidedigna y bordada. Y presumió, ¡vaya si presumió! ¿Qué raro, verdad?
La caterva de palmeros, chupópteros, chiringuiteros, vividores, paniaguados, enchufados, mamandurrios y espabilados, se emplearon a fondo en aplausos y puñetas, que para eso habían sido transportados.
No así muchas figuras que aprovechaban ocasiones para evadirse, escapar, fugarse, respirar y liberarse cuanto pudieron para sus corrillos declarantes de lo inepto, zafio y rudo que les preside.
Las cámaras pretenden, pero los cuerpos hablan con lenguaje y estilo inconfundibles. La unidad es una palabra y la unión es otra palabra que, por muy repetidas para intentar que calen, no tienen la fuerza de los cuerpos expresivos y las caras simuladoras; de las fugas reales y otras del tipo las de Bach. El engaño, la patraña y el embrollo son reacios a la sombra.
¿Y qué decir de los dichos? Pues lo dicho, con solo dos muestras, «dime de qué presumes...».
—«Somos social-democracia» (se oyeron risas desde países nórdicos)
—«Los socialistas amamos a España» (y temblaron las tumbas desde el siglo XV).
Pedro Sánchez tenía que gritar potente para poder oírse a sí mismo, exaltado por su capacidad para el embuste y la fabulación.
¿Unidad del PSOE desaparecido? Ni siquiera del sustituto PSPS que urde plataformas de desconexión (¿unión?) para trocear España usando para ello los lazos más sagrados de unión como son la historia, la lengua, la educación, los símbolos patrios, la cultura, las raíces y el nombre España.
Pero era solo un congreso político y, como dijo Rousseau, todos los pedantes alcanzan un pedestal en ese clima; ahí tiene más cuenta ser charlatán que ser hábil. Y para Sánchez le había dejado otra perla La Bruyère: «No pensar más que en sí mismo es, en política, un gran error». Pero tampoco Rousseau se había olvidado de él: «Es muy difícil que piense noblemente quien solo piensa para vivir». Ellos sabían ya del esclavo de sus mentiras.
Hemos asistido impávidos al insólito congreso de las falacias, las mentiras, el disimulo, la deformación, la impostura, el cinismo, la farsa...Ese partido político ha perdido la O y la E, además Sánchez le ha cambiado la S de socialista, por la suya, razón por la cual los socialistas de medio mundo se burlan del resultado. Con ese resultado hoy solo comulgan quienes viven a su costa, ¡que no son pocos! Y, además, otros muchos simples rudos, incautos, fanáticos ineptos y torpes ignorantes. Para todos ellos está de valedor el zafio Zapatero que les recomienda «tener poco» (como él).
Cierre del congreso: se escucha la charanga que nada tiene que ver con España, si no es para ofenderla (como casi todo lo que allí se hizo). ¡Eso sí le va a Sánchez!