Adiós, pleno empleo

SI se escucha al Gobierno, las cifras de desempleo parecen buenas. La Encuesta de Población Activa ha contado un cuarto de millón más de parados que hace un año, pero los portavoces oficiales están satisfechos. Aseguran que se siguen creando puestos de trabajo y que se conseguirán los objetivos oficiales propuestos. Aunque usted sea uno de los desempleados, no tiene nada de qué preocuparse. El gobierno está contento. La realidad que ven los sindicatos es bien distinta. Con la misma seguridad que el Ejecutivo, contemplan la situación opuesta: se destruye empleo y la precariedad es escandalosa. ¿Estarán hablando de encuestas distintas? ¿Tendrán datos de diferentes países? No. Están hablando de España. Y de los mismos datos. Lo que ocurre es que unos se sienten en la obligación de hacer positiva toda cifra que se publique, y otros necesitan argumentos para mantener sus tesis. Por lo tanto, hay que tratar de buscar la verdad posible. Y la verdad es que se crea empleo, lo cual ya es algo en plena recesión, pero se crea de forma insuficiente. Los nuevos puestos no llegan a absorber al número de personas que se incorporan al mercado del trabajo. El resultado, por tanto, es negativo. Y lo seguirá siendo, porque muchas empresas están aprovechando el momento psicológico para «limpiar» sus plantillas. Ahí tiene la renovada FAES un tema de estudio, si quiere ser útil en este momeno, y no sólo garantizar el retiro de Aznar. Porque uno de objetivos más ambiciosos del presidente en sus momentos más pletóricos, el pleno empleo, se está cayendo ante sus ojos. Lleva camino de convertirse en una utopía. Para empezar su trabajo, ese «gobierno paralelo» de FAES podría investigar de qué viven medio millón de familias que no perciben un solo salario. Sus conclusiones -enriquecidas por la inopinada aportación de Boyer- podrían congelar la sonrisa de algún ministro.