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León

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HAY penas que dan pena. Cribas su actuación y no terminas de separar la paja del trigo. Utilizan el mismo latiguillo que Aznar. A veces no aventan la parva, sino que recurren a otras metáforas: los socialistas son como «globos que empiezan a subir, pero van pinchados a media altura». Ha comenzado la campaña electoral. ¡Y de qué manera!. En el polideportivo Martín Carpena malagueño estaban Aznar y Ana Botella. Sólo la «doble A» de las seis que agrupa la familia. Estaban Aznar y Ana Botella, diez ministros, presidentes autonómicos y cargos orgánicos de Andalucía y de todo el país. También Ruiz Gallardón, por primera vez y sorpresivamente, sobre todo tras invitar a la Botella a ser candidata en su lista al Ayuntamiento de Madrid. La presidenta consorte no ha dicho «sí, ni no». Se deja querer. Es una mujer de carácter. Tiene criterio, algo tan difícil de aceptar en no pocos altos cargos del PP. La Botella fue capaz de defender a Ismael Álvarez, ex-corregidor de Ponferrada, en su proceso por acoso sexual a Nevenka Fernández. Su pronunciamiento llenó de vergüenza a todas las mujeres conservadoras de España, excepción hecha de la presidenta nacional de las idem, Malenus Bustillo. Las dos callaron como muertas hasta conocer la sentencia condenatoria. Pero, al parecer, eso no cuenta. Lo que sigue vivo es el pasado. La monumental estafa de Gescartera es una puta broma. Lo absolutamente degradante fue la actuación del chorizo Luis Roldán, director general de la guardia civil durante el mandato de los socialistas. Si el trigo que se ofrece es un revival de la memoria, yo que quedo con la bilda para aventar la nueva parva de paja y grano. Hay penas, digo, que dan pena, pero también presidencias que no llegan a la dignidad de las conserjerías. Por favor: no confundir conserjerías con consejerías. En el palacio de Fuensaldaña se iniciaron las sesiones plenarias para debatir el Presupuesto de Castilla y León. La mayoría absoluta azul aplastó cualquier intento de enmiendas a la totalidad. Son los esquemas generales. Hay otros de menor dimensión, pero con tanto o más calado. No termino de comprender al sanedrín de Caja España, ni su actuación con algunas empresas emblemáticas de la Comunidad, ni su silencio con respecto al secretario del Consejo de Administración. El silencio y la prevaricación son hijos del mismo tronco. Y tampoco llego a entender el desembarco judicial de Alberto Dorrego, director general para la Modernización de la Administración de Justicia -cargo nuevo, desconocido en mis años de ejercicio funcionarial--, y del portavoz del CGPJ, Enrique López. Vendieron un proyecto tecnológico, LexNet, que supera a todos los colectivos a los que está dirigido. Sorprendentemente, los «enviados especiales» también hicieron un ejercicio de revival. Traían como novedad una oferta de futuro y se agarraron al pasado para justificarlo. Sospecho que no hay con quién tratar.

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