La otra memoria histórica de la guerra civil
La ley de memoria histórica fue engendrada por Zapatero. En otro momento dije que la muerte de un abuelo violentamente supuso elevar a un problema de Estado un asunto familiar.
Hoy pretendo hablar de la otra memoria histórica o de la desmemoria de la guerra civil española. Parto de la base que una guerra nunca está justificada. Solo la ambición y los intereses personales conducen al desastre. Ya sabemos el dicho de Hobbes: homo homini lupus est , un hombre es un lobo para otro hombre.
Hoy, se habla más que nunca de la guerra civil española. Hasta la llegada de Zapatero al poder, estaba en el olvido. De nuevo, se recrudece y de nuevo, se fomenta el enfrentamiento y el odio entre quienes no la vivieron pero que se la cuentan a su manera. Repito, surge el odio y la venganza. Volvemos hablar de condenar de nuevo a los herederos posibles que queden del franquismo. Remover la Ley de Amnistía y proclamar una nueva contienda con detritus bélica.
Finalizo con las palabras de Julián Besteiro, ugetista, diputado socialista y, por cierto, anticomunista, al finalizar la guerra: estamos derrotados por nuestra propia culpa… Por habernos dejado arrastrar a la línea bolchevique que es la aberración política más grande que han conocido quizás los siglos. La política internacional rusa en manos de Stalin se ha convertido en un crimen monstruoso que supera en mucho las más macabras concepciones de Dostoievski y Tolstoi. El Frente Popular se convirtió en protectorado soviético
Los franceses no recuerdan quien fue el mariscal Pétain ni se habla de la represión de Vichy ni de la represión alemana porque en Francia las guerras finalizaron en 1945 y nadie saca a relucir una Memoria ni desmemoria. Los franceses tienen más motivos que los españoles para vengarse de la Alemania nazi y, sin embargo, hoy son firmes aliados formando un tándem entre Macron y, la artífice de la Alemania contemporánea, en retirada, Merkel.
Mi trabajo es fruto de investigación histórica tomando como base autores que apoyaban a uno y otro bando. Pretendo ser imparcial. Yo no he vivido la guerra como el noventa por ciento de los españoles.
Me he documentado. He contrastado opiniones unas, de izquierdas, otras, de derechas y los más, imparciales. Mi investigación se centra en muchos historiadores que han escrito sobre la guerra civil española. Pasado el tiempo, lo que en su día fue A, hoy es, B.
Mi idea es hablar de la otra Historia, de la que pudo ser un ingrediente que empujó a la guerra. Me refiero al hecho religioso o a la Iglesia católica. Hay otros factores ¿Qué hicieron los milicianos o los lideres políticos de la República? ¿Por qué se mató a Calvo Sotelo? ¿Por qué se mató a José Antonio Primo de Rivera? Cada uno que lo interprete como quiera.
¿Qué ocurrió a partir de asumir Manuel Azaña al poder como Presidente de la II República? Lo primero que dijo fue: españoles, España ha dejado de ser católica.
El nexo que unía Azaña con La Pasionaria, Negrín, Companys, Prieto, Largo Caballero, Indalecio Prieto, la CNT, la UGT y otros…. era el odio a la fe. Hugh Thomas, junto con Raymond Carr y Paul Preston, formaron un grupo de hispanistas británicos dedicados al estudio de la segunda república y la guerra civil española, entre otras opiniones decían: «en ninguna época de la historia de Europa y, posiblemente del mundo, se ha manifestado un odio tan apasionado contra la religión y cuanto con ella se encuentra relacionado».
No pretendo hacer un análisis de la guerra ni de vencedores ni de vencidos. Quiero ahondar qué pasó en la zona republicana con respecto a la persecución a la Iglesia católica y que hoy se está reviviendo en el Gobierno de coalición. No entiendo al partido socialista su radicalismo. Es el mismo de la segunda república: bolchevique, comunista y revolucionario. Esto lo abandonó Felipe González, Sánchez que de historia no sabe nada, pero de maniobras para mantenerse en el poder, muchas.
La segunda república se caracterizó por su anticlericalismo. Alentó la persecución de la Iglesia católica, radicalizada entre febrero y junio de 1936.
El fracaso de la II República no está tanto en la escasa vocación democrática de quienes trajeron el régimen, sino en su empeño decidido por erradicar el catolicismo del alma de la nación, pues éste fue el primer objetivo de los padres republicanos, al que denominaron «la cuestión religiosa».
El profesor Azcárate, catedrático de Historia del Arte que fue de la Universidad Complutense de Madrid, a preguntas de Alfonso Bullón de Mendoza y Gómez de Valugera sobre la guerra civil, dado que preparaba su tesis sobre la misma, le apuntó: parta Vd. de una base, «la clave de la guerra civil fue un problema religioso. Fue el mayor crimen de la zona republicana y el mayor factor de unidad en la zona nacional».
Puede ser cierto, le contestó Alfonso. Me acabo de informar que una miliciana que dirigía un grupo revolucionario para realizar el ejercicio de tiro no se le ocurrió otra ideal que sacar una imagen de un Cristo y coserla a tiros. Esto es una muestra, pero hay muchas más.
Partiendo de la base mencionada, pretendo justificar mi escrito y lo que es desmemoria se convierta en memoria, paralela a la que engendró Zapatero y Sánchez ratifica con intensidad. ¿Cuál es la verídica? Ninguna tenía que haber visto la luz. Pero no confundamos a los españoles porque cada uno cuenta la historia según conveniencia y cuando la política se mete por el medio, hay que decir aquello de Ramón de Campoamor: «y es que en el mundo traidor nada hay verdad ni mentira, todo es según el color del cristal con que se mira».
A los españoles, los políticos mordaces les hablan con pasión de los crímenes del franquismo hasta los tuétanos, ni lo discuto, ni lo dudo. Y, ¿los del bando republicano? Cometieron, crímenes, torturas, muchas veces a niños y a seres inocentes. Vamos a refrescar algunos con datos.
El número de sacerdotes del clero secular, regular y monjas que fueron asesinados se elevó a unos diez mil. Las muertes, muchas, fueron crueles. A algunos se les metían en cal viva y con algunas monjas se ensañaron hasta las mayores vejaciones que omito por pudor.
La persecución fue especialmente encarnizada en Cataluña. Más de seis mil edificios religiosos fueron destruidos o saqueados, convirtiéndose muchos de estos en almacenes, garajes o en sedes de las organizaciones de milicianos o anarquistas. Se conservan numerosas fotos de milicianos profanando iglesias y quemándolas.
En la Diócesis de Barbastro todos los seminaristas fueron asesinados juntamente con el obispo al que sometieron a vejaciones y mutilaciones.
Las estadísticas cifran en veinte mil iglesias, templos que fueron quemados bien en la zona republicana bien en la retirada del ejército republicano ante la conquista de Franco.
Sí, hubo un intento de acabar con todo lo relacionado con la Iglesia. En algunos sitios casi lo consiguieron. Y Azaña, afirmando, insensatamente: «Todos los conventos de Madrid no valen la vida de un republicano».
La Iglesia consideró a muchos mártires por defender la fe. Se premió con beatificaciones. Al respecto, Cayo Lara y Gaspar Llamazares miembros destacados de Izquierda Unida, han criticado estas beatificaciones calificándolas de monumento a la hipocresía. Añadiendo que nunca hubo un programa de exterminio de religiosos. Es libertad de los lectores interpretar y creer.
Dije que hoy también se está persiguiendo a la Iglesia. Rita Maestre, concejala en el Ayuntamiento de Madrid fue imputada por su participación en una protesta contra la presencia de edificios religiosos en la universidad, realizada en la capilla de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Complutense de Madrid en 2011.
Según la acusación, en dicha protesta Rita Maestre y otros manifestantes, no identificados, se habrían exhibido desnudos de cintura para arriba y habrían soltado invectivas, ofendiendo los sentimientos religiosos del capellán y los feligreses que se encontraban en el recinto religioso.
Lo mismo ocurrió en la Catedral de la Almudena de Madrid donde se encadenaron dos mujeres mostrando más sus encantos. ¿Qué es? ¿Una gamberrada de mal gusto? Tómenla como quieran, amigos lectores. La nueva Ley de Educación también muestra su anticlericalismo. No en vano ha sido aprobada por un gobierno de izquierdas y de corte comunista.
Mi trabajo finaliza con las palabras de Julián Besteiro, ugetista, diputado socialista y, por cierto, anticomunista, al finalizar la guerra: estamos derrotados por nuestra propia culpa… Por habernos dejado arrastrar a la línea bolchevique que es la aberración política más grande que han conocido quizás los siglos. La política internacional rusa en manos de Stalin se ha convertido en un crimen monstruoso que supera en mucho las más macabras concepciones de Dostoievski y Tolstoi. El Frente Popular se convirtió en protectorado soviético. No fue la guerra quien destruyó la democracia, sino la destrucción de la democracia, fundamentalmente por las izquierdas, la que causó la guerra.
Ya que hubo una guerra civil solo debe haber una Historia como solo hay una de las guerras mundiales y nadie cuestiona sus causas, su desarrollo y sus efectos. Todos coinciden. Los del Frente Popular, socialistas, comunistas, anarquistas y milicianos tenían mucha pólvora almacenada y llegaron los contrarrevolucionarios y la incendiaron. Y como al burro, nadie lo mató y él solo se murió. Pero a la memoria histórica de Zapatero hay que ponerle otro nombre: la desmemoria o la otra memoria de la guerra civil española.