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Publicado por
J.F. Pérez Chencho
León

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SE consumó la tragedia. El «Prestige» estaba herido de muerte y ha buscado sepultura entre dos mares. También los bueyes, cansados de arar todas las sementeras, se recuestan a la sombra de las paleras, esperando que lleguen los gerentes de los clubes de gourmets para siluetarlos en chuletones. Al «Prestige» lo llevaban remolcado para que sus miles de toneladas de fuel no escribieran sobre el agua sus letras de luto. No han podido evitarlo. Sus renglones negros llegaron a la Costa da Morte y mariscadores y pescadores gallegos lagri- mean su impaciencia. Y su impotencia. No basta con las ayudas anunciadas: 30 euros por día de inactividad. Unos mil duros. Con ese dinero nadie puede solicitar en su mesa, ya sea en O¿Arteixo, en el Rosalía, ni en ningún otro restaurante, que le sirvan una nécora, 200 gramos de percebes o una centolla. Y mucho menos después de la tragedia. Una tragedia que abre el buzón del contrabandismo. Ayer mismo anunciaban a seis mil pesetas más el kilo de percebes. De aquí a un mes, cuando guiñen las luces de la Navidad, ni le cuento. Sobre todo si la mercancía es como dedo pulgar de un carpintero, por utilizar la metáfora de Cunqueiro. La barcaza «Prestige» se partió en dos. Y metió en las entrañas de agua su veneno negro. Nadie sabe cuál será el resultado final, pero todos certifican una catástrofe. Una catástrofe que se acurruca en las playas y acantilados de Galicia, en cuyos recodos se colocan las nasas para engañar al centollo, o los «marineiros» de tierra se juegan la vida colgados de cordeles para llenar el fardel de percebes. A ese placer y gusto, que también es profesión, le han puesto grilletes los piratas de acero y betún. Otros piratas del interior también han partido en dos su buque político. Han logrado la alcaldía bañezana, pero a qué precio. José Manuel Rodríguez, del PP, se sienta ya en el sillón de terciopelo. Es el quinto corregidor en cuatro años. Lo disfrutará durante seis meses. Salvo una amnesia colectiva, a la que tan aficionado es el leonés, los bañezanos mandarán a pedir a quienes les han ninguneado durante la legislatura. ¿Ha sido Emilio de la Mata el forajido?. Yo creo que no. Emilio de la Mata se limitó, en la gran orgía municipal, a imponer algo que es dogmático en democracia: detrás del uno, va el dos; y luego el tres, y el cuatro, y así sucesivamente. No permitió la indignidad que sacramentó León tras el Pacto Cívico. Fue el mayor desprecio a la democracia que conozco: accedió a la alcaldía Luis Diego Polo, número diez, y los nueve anteriores dijeron amén. Por el río Tuerto no baja el «Prestige». Ni siquiera la barca del padre de los Cirolines para recoger la red cargada de barbos y truchas en la confluencia con el Órbigo. A La Bañeza le han puesto los políticos la última sanción: medio año de suspensión de empleo y sueldo. También los renglones, además de torcidos, están escritos con tinta negra.