Diario de León

‘La rama dorada (magia y religión)’: J. George Frazer

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Antonio Leira
León

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G. Frazer (Glaswod,1854-Cambrige, 1941) recibió una educación muy completa en latín y griego, en la Universidad, así como de filosofía y física con William Thomson, más tarde Lord Kelvin, físico y matemático creador de la escala Kelvin de temperaturas. El 8 de noviembre de 1889, escribe a George Macmillan: «Pronto tendré listo un estudio sobre la historia de la religión primitiva (…). Es sorprendente la semejanza que hay entre las ideas y costumbres del salvaje y las doctrinas fundamentales del cristianismo».

Posteriormente, Sigmund Freud, a la luz del psicoanálisis estableció las analogías entre las prohibiciones tabúes de los salvajes y las prohibiciones de sus pacientes neuróticos obsesivos, donde la religión queda descrita por como la neurosis obsesiva universal.

Los hombres desean por ejemplo que llueva. Primero realizan una danza para la lluvia, la cual a menudo no funciona. Esta es la Era de la Magia. Luego, tras haber fracasado llevan a cabo la siguiente cosa que mejor se les ocurre: hincarse de rodillas y orar. Esta es la Era de la Religión. Cuando las oraciones no funcionan, emprenden una investigación de las causas reales del mundo natural y trataran de modificar las cosas en su provecho. Esta es la Era de la Ciencia.

Magia y Ciencia tienen esto en común: son técnicas de intervención, mientras que la Religión delega toda responsabilidad a favor de los dioses.

Según la clasificación de Frazer, la magia por simpatía se divide en:

A) Una debido a la semejanza, «lo semejante produce semejante».

B) Magia contaminante (ley de contacto).

Veamos un ejemplo del caso A: En muchas partes del mundo es costumbre colocar los dientes extraídos en algún lugar donde fácilmente puedan ser hallados por algún ratón o rata en la esperanza que por simpatía sus otros dientes adquieran la fortaleza de los roedores en cuestión. Al parecer en Alemania es casi una regla universal colocar en la ratonera el diente extraído.

Lejos de Europa, en Rarotonga (Pacífico), cuando se extraía un diente a un niño se solía recitar la siguiente oración: gran rata, pequeña rata, aquí está mi pequeño diente; os ruego me deis otro nuevo la invocación a las ratas, según los nativos, es porque los dientes de rata son los mas fuertes que se conocen.

Aquí en España, y también en otros países de Sudamérica, la figura del Ratoncito Pérez es de todos conocida.

El paso de la magia a la religión pudo haberse producido por el descubrimiento de la ineficacia de la magia. Este descubrimiento de la ineficacia de la magia debió producir una revolución radical, en la mente de los que tuvieron la sagacidad para ello. Fue el reconocimiento de la ignorancia humana ante los hechos y comportamientos de la naturaleza, que se manifestaba incontrolable en ocasiones, como en el caso reciente aquí en la isla de La Palma, donde unos palmeros sacaron en procesión a una virgen de madera, implorando sus favores para el control del volcán en erupción, pero como siempre volvió a fracasar el ruego, pues los fenómenos asociados a la vulcanología, no depende, ni de muñecas de madera, ni de rogativas a los dioses, sino de cuestiones relacionadas con la Geología del terreno, fallas y derivas de los continentes así como su formación estratigráfica en épocas pretéritas.

Desde el punto de vista psicoanalítico, el rey no es sino una figura paterna, símbolo universal del padre, sujeto a las vicisitudes ambivalentes de sus súbditos como consecuencia de la universalidad del complejo de Edipo

La racionalización de lo que acabo de hacer, acudir a la ciencia, para poner en tela de juicio sus vanos intentos de persuadir a la deidad, no les preocupan, por que el problema hay que abordarlo teniendo en cuenta que a líbido está ávida de objetos, sin vírgenes de madera, manos de Fátima, Cristos de todo tipo, santos de todo tipo, la líbido queda adherida a ellos dotándoles de un significado concreto para cada caso, en unos, será la madre, en otros el padre, son estadios infantiles del desarrollo del cual aún no han salido y probablemente no saldrán. En todos los lugares del mundo podemos observar el comportamiento idéntico de los niños en relación con sus juguetes, llevan sus pequeños peluches allí donde van, de paseo, de compras con la madre o el padre y por supuesto también a la cama, donde personificando el peluche en el padre o en la madre, quieren realizar el coito con ellos, como sustitutos del padre o madre.

Melanie Klein sistematizó el estudio de estas situaciones en la Teoría de las Relaciones Objetales. Los sacerdotes con sus objetos que ellos consideran sagrados no pueden desprenderse de ellos porque su separación física les genera angustia, y si están con ellos su yo, de forma ilusoria se refuerza. El término sacer significa sagrado, consagrado, sacro, y también maldito, execrable, abominable, es decir lo que para un sacerdote cristiano la cruz que lleva en su pecho es un objeto sagrado para otras personas puede ser abominable, o maldito, pues las dos acepciones son igualmente válidas.

En el libro del Génesis 9:13 hasta 9:17 (iglesia.net), se habla de la aparición del arco (arcoíris) que Dios ha puesto en forma de recordatorio para que no haya mas diluvios.

Vemos que la formación del arcoíris es atribuida a las deidades. Este fenómeno de óptica y meteorología, espectacular y de gran belleza cautivó sin duda a los hombres de otros tiempos.

No fue sino en el año 1666, cuando Newton, logró descomponer la luz, haciéndola atravesar por un prisma óptico. Es decir la luz no cambia de color sino que se refracta, al atravesar el prisma produce el espectro de la luz visible descomponiéndose en sus siete colores primarios, ordenados de mayor a menor longitud de onda: rojo, anaranjado, amarillo, verde , azul, añil y violeta. El rojo es el de mayor longitud de onda, y menor dispersión, de ahí su utilización en la señalización del tráfico (semáforos).

En el fenómeno del arcoíris, las gotas de agua actúan de prisma óptico produciendo el espectro al incidir los rayos del Sol sobre ellas. Como el foco de luz se supone en el infinito, se hace la hipótesis de que los rayos del sol inciden de forma paralela.

Algunas deidades humanas, como los lamas budistas al morir pueden transmigrar a otro hombre, la sola preocupación de los creyentes de esta religión es donde ha nacido el niño en el cual se ha reencarnado el lama anterior, y si en ese momento ven un arco iris en el cielo lo toman como una señal que les envía el lama que marchó para guiarles a la cuna del niño.

En la religión cristiana también a los Reyes y Magos, los guía hasta la cuna del hombre-dios, un fenómeno astronómico. También sabemos que Moztezuma, el emperador, era adorado como un dios.

Desde el punto de vista psicoanalítico, el rey no es sino una figura paterna, símbolo universal del padre, sujeto a las vicisitudes ambivalentes de sus súbditos como consecuencia de la universalidad del complejo de Edipo.

Lo mismo puede decirse del presidente de una república cualquiera, el presidente es una figura paterna sujeta a la ambivalencia emocional de sus gobernados por las mismas razones, el complejo de Edipo.

Por ultimo recojo una anécdota que aparece en el libro citado, en pág 57, (línea 11 empezando por abajo), «un impostor que apareció en el año 1830 cerca de Kentucky declaró ser hijo de Dios, el salvador del linaje humano, aseguraba que si no se enmendaban en su conducta en un plazo determinado, daría la señal y en ese mismo momento se haría pedazos el mundo. Estas extravagancias fueron acogidas por personas de riqueza y posición social, pero un alemán de modesta condición le inquirió que hablara en alemán para los que no sabían ingles, y sería una pena que se condenaran por esa razón, a lo que el impostor confesó con total ingenuidad que el no sabía alemán, ¿O sea, eres el Hijo de Dios y no sabes alemán?. A continuación fue ingresado en una clínica de salud mental».

Algo así le sucede al sumo sacerdote de los cristianos, que siendo el representante de Cristo en la Tierra, tuvo que ir al psicoanalista a tratar su neurosis. Y en acabando el artículo me voy a tomar unos tragos de tereré.

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