Olimpismo político
Tomo el concepto «olimpismo» desde la acusación dada por Alfonso Reyes, el caballero de la voz errante, y el consiguiente debate sostenido con María Zambrano, la dama peregrina, a la supuesta actitud distante mantenida por el gran J. Wolfgang Goethe, —hombre de formación enciclopédica y personalidad irradiante de quien el filósofo J. Santayana opinó: «Goethe fue el hombre más ilustrado de la humanidad»—, frente a las circunstancias sociopolíticas de su época. Este alejamiento de la realidad y su extensa formación lo situaron en un Olimpo propio, cerrado y ajeno, un espacio destinado a los dioses griegos y distante de los seres humanos.
El símil y adopción del término me llevan a referirlo a numerosos responsables políticos que carentes de curiosidad por lo cercano estiran el mentón hacia a delante y lanzan su mirada hacia arriba; políticos que una vez logradas ciertas responsabilidades en la res publica, gracias a sus votantes, se olvidan de la cotidianidad próxima y de los mensajes que esta emite; es decir, que una vez instalados ascienden hasta la cumbre de la pirámide, a «su propio Olimpo», a espacios foráneos diseñados por otros desde lugares exógenos. Se trata de un modo humano de obrar que la historia demuestra que suele traer graves consecuencias para los congéneres; pues, emular a los dioses y sentirse ajenos a los mensajes de los cercanos, ¡grave engañifa!, es un viejo relato ya narrado proféticamente en los primeros capítulos del Génesis tras la diabólica tentación: «¡y seréis como dioses!» —ejemplo de alarde que condujo a la expulsión edénica de los protohombres Eva y Adán—. No obstante, a los seres humanos nos suelen expulsar de todos los paraísos, menos de uno, del paraíso de la memoria, «del único paraíso del que no pueden desterrarnos» (S.P.F.Richter). Utilizo estas referencias —algunas alegóricas— para recoger intencionadamente conceptos tales como olimpismo, engañifa, paraíso, memoria y expulsión.
En primer lugar, los refiero para recordarnos (memoria) de la situación dramática que sufre la región leonesa; situación tendente, por otra parte, a tenor con la mayoría de los indicadores oficiales recientes y destacables (demográficos y económicos) emanados de los informes del INE, a caminar hacia una situación futura aún más negativa e incierta que la vigente. La memoria, de igual modo, ha de conducirnos a rememorar «una prometedora y salutífera Mesa por León» destinada para diseñar y ordenar un Plan para el Desarrollo Económico y Social de la provincia en la que participan representantes sociales, económicos y políticos; mesa muy concurrida a la sazón, que empezó con promesas y tras varias reuniones solo ha entregado profusas oratorias tan inútiles como vacías —nueces vanas— sin efectos analíticos ni prácticos. ¡¡Verdadera engañifa!!, pues desde el inicio carecía de proyectos y de presupuestos. Incluso ni acoge ni atiende la propuesta de los representantes sindicales (UGT y CCOO) de crear una Agencia para el Desarrollo Económico y Social de la provincia de León , independiente y dotada con capacidad de acción y ajena a intereses partidistas o particulares. Se trataba de una rápida y ocurrente respuesta ante las demandas, manifestaciones y críticas de las gentes leonesas que sí analizan y vislumbran un futuro poco prometedor para la región y para sus habitantes.
Ciertamente numerosos representantes sociales y políticos leoneses se han instalado en la cumbre de «su olimpo», cual Zeus, y no reciben, porque no miran, la dramática realidad leonesa cargada de escaso tejido económico y creciente despoblación y envejecimiento demográficos, de desempleo y emigración, pero abundante en promesas demagógicas y panaceicas y también de descalificaciones y manifiestas o veladas amenazas contra la disidencia frente a los oficialismos. No se atisba, de momento, mirada atenta y lectora. En esta súbita subida de los representantes de los leoneses, tras ser elegidos, a las moradas de los dioses, su mirada deja de ser humilde; preciso recordar al caso que el origen etimológico de humilde es del latín (humus=tierra); por lo tanto, una mirada humilde es una mirada hacia abajo, hacia la tierra, hacia lo próximo y cotidiano. Mirada que, si es atenta y humilde, permite una lectura honesta de la realidad circundante y a partir de ahí obliga a una acción praxiológica, pues si es reflexiva induce necesariamente a la acción que conduce a dar solución a las necesidades que, en el caso leonés, son nítidamente reconocibles. Opino que se explicitan evidentes hasta para «el topo» de la catedral.
Una parte, cuantitativamente importante, de la población leonesa lanzan mensajes de cansancio frente a tanta manipulación y ninguneo, de promesas vacuas, palabrería y exculpaciones, proyectos fallidos, presupuestos exiguos mientras transitan, —a veces difícilmente de discernir si biográfica o vegetativamente—, sobre una tierra en la que se acumulan desiertos demográficos, áreas agropecuarias improductivas, cierres o deslocalizaciones de empresas, traslado de materias primas y envejecimiento poblacional; gentes leonesas que anualmente en número sostenido emigran porque sienten lentamente la expulsión de su tierra (de su privado paraíso), porque no encuentran espacios posibilitadores para sus inquietudes. En general, debemos recordar que no se tiende a migrar del espacio natal si la circunstancia no obliga.
Volverán a presentarse en 2022 los citados indicadores del INE respecto a 2021. Volveremos a leer curvas estadísticas con esperanza de mejora dentro de la habitual tendencia de descenso en descenso. Es una costumbre secuenciada anualmente y ya cargada de costumbre que se convierte en rumor anunciado y, aún peor, resignado. Será preciso volver a invocar la buena lectura atenta y humilde, pero también a lectores honestos y horrados que bajen de «su olimpo», sea, en nuestro caso, de «su Teleno», para que no se muestran complacientes con los contenidos recibidos.
No se pide al lector que escriba y ejecute un gran relato panaceico y solucionalotodo. No. Sea, al menos, una lectura atenta y humilde, honesta y horrada, aquella que exige denuncia frente a tanto desequilibrio e iterada caída de los indicadores socio-económicos y, sobre todo, que nuestros representantes elegidos realicen este acto lector bajando la barbilla, descendiendo de «su Teleno particular» y escuchen a sus votantes, pues a ellos se deben primeramente, toda vez que en gran número exigen medidas concretas y no espurias mesas. Mas del 50% —de momento— de las gentes leonesas, por ejemplo, piden una región con autonomía propia toda vez que con el vigente status no les va bien tras cuatro décadas, —un periodo de claro y cierto crecimiento demográfico y económico de España—; ¡es difícil aceptar el gran decrecimiento leonés en un periodo de franca expansión, en todos los órdenes, de España! Los representantes elegidos ¿escuchan el mensaje? ¿Leen con la citada humildad? De momento, en su mayoría, no; más bien propalan mensajes optimistas u oportunistas, otras veces catastrofistas y no faltan los amenazantes. ¿Asistimos a un ingenuismo irresponsable o a una acomodación egoístamente olímpica y apesebrada? Más grave sería —y quizás no falte— cierta ausencia de responsabilidad democrática. De momento me atrevo a recordar el dictum: nemo dat quod non habet (nadie da lo que no tiene) y bien parece que ante determinadas críticas o posiciones diferentes al oficialismo cunde la descalificación y la amenaza que recuerdan el dictum citado en vez de exponerse a leer lo circundante y próximo, también a recibir el aire fresco de las necesarias reflexiones y propuestas de numerosos electores. En este orden cuesta reconocer que donde más debiera habitar la democracia, los partidos políticos, menos abunda; de momento, la acriticidad manifiesta lo demuestra; aún mas se explica cuando los representantes elegidos atienden más los intereses de los partidos que los de los votantes. ¡Grave error en democracia! Error que esta, la democracia, y quienes dicen defenderla lo pagarán en futuro próximo; luego; ¿a quiénes se deben los representantes elegidos en las diversas instituciones? ¿Nos representan? Al menos se solicita que atiendan y escuchen las voces, que en algunas zonas leonesas se expresan en llanto y en otras ya han desaparecido porque no queda nadie para gritar, y lean las necesidades de quienes los eligen. Bajen de «su Olimpo» y también, de «nuestro Teleno», pues se hallan en León, tierra de libertades y de abundantes necesidades. Lean, lean, por favor, esta realidad escasamente halagueña que las gentes leonesas no se merecen, que bregan y ansían por revertir, pues no quieren más engañifas ni sentirse obligados a ser expulsados de tu tierra.