Diario de León

VUELTA DE TUERCA

Contra el olvido

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216 grandes cruces. Sólo cuando las víctimas se reúnen, una a una, en torno a la memoria dolorida, se aprecia con claridad el tamaño del daño causado. Desde luego que no son ociosos homenajes como el que se ofreció ayer en el Senado a las víctimas del terrorismo. Al contrario, son actos de pura justicia que remedian, aunque tarde, un olvido lacerante que no hacía más que añadir rabia y pesadumbre a quienes les fue destrozada la vida, la vida entera, porque los años de la vida humana no dan para digerir determinadas ignominias. Al fin, palabras y cruces contra el olvido, contra la marginación más indignante. Y allá, «por encima del Ebro», sigue el discurso de la ceguera. GALICIA sigue produciendo sorpresas políticas. ¡Quién le iba a decir a Fraga que le iban a bronquear por faltar de su despacho! El político que tiene fama de empezar a trabajar antes del amanecer y de ponerse a trabajar vestido con un batín¿ El gobernante que cita a los conselleiros antes de las ocho¿ El hombre que agota a sus colaboradores con jornadas agobiantes y sesiones interminables de trabajo¿ Ahí me lo tienen: acusado de hacer novillos, como un colegial. Y el PS de G le va a presentar una moción de censura. Bien hecho. Si el presidente se permitió la alegría de apuntarse a una cacería en plena crisis del «Prestige», la obligación de cualquier partido de oposición es reprenderlo, censurarlo y, si puede, echarlo. Lo que ocurre es que las cosas no son tan sencillas. Es dudoso que Fraga haya faltado tanto como se dice en la acusación. Es dudoso que estar fuera de un despacho signifique en estos tiempos abandonar las responsabilidades del cargo. Y es dudoso que Fraga haya provocado desgobierno por unas horas de ausencia. Hoy, no se puede medir la eficacia de la gestión por el tiempo que se ocupa un despacho. O poco conocemos a Fraga, o es un hombre que, teléfono en mano, gobierna lo mismo sentado en la presidencia que en su coche oficial. Como cualquier otro presidente del mundo. Y ocurre, además, que la moción de censura es un material muy delicado. Es un recurso extremo. Y, cuando es seguro que se perderá, se queda en un simple gesto publicitario que se vuelve contra quien lo utiliza. O se gana, o se queda en un puro artificio. ¿Comprenderá la sociedad gallega que se haga uso de este recurso cuando se vive una inmensa tragedia en la costa? ¿No pensará que Touriño es movido por el oportunismo de aprovechar el cabreo ciudadano en busca de rentabilidad política de partido? Esas son mis dudas. Y también las de Beiras, cuando piensa que «hay cosas más urgentes que hacer».

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