Diario de León
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POR grande que sea el motivo, nunca ha sido pertinente poner el grito por delante de la palabra, ya que ello conduce a convertirse en el vocero mayor del reino y a que absolutamente nadie te haga caso, ni el que dices defender, ni al que crees atacar. Circulan por la provincia dos salvapatrias que se están convirtiendo en dos auténticos bufones, a juzgar por lo que dicen, especialmente en la prensa, y lo que hacen, particularmente en la calle. Hace pocas fechas, el secretario de Asaja, tiró 10.000 kilogramos de patatas ante la Delegación Territorial de la Junta, para protestar por su bajo precio. ¿Han subido desde ese día?. Dos pesetas para abajo. Si quería salir en la prensa, lo consiguió, pero que no sirvió para nada. A la vista está. El problema de las patatas dimana de asta globalización que nos ha impuesto este Gobierno del PP que, dicho sea de paso, es tu Gobierno, Turrado.Por tanto, no hagas esparavanes ni con ésto ni con otras cosas que nos vienen dadas, con esta política de acoso y derribo del pequeño y mediano agricultor y ganadero. Vociferáis en el desierto, contra las grandes superficies, que las patatas las cobran quince o veinte veces más que el precio que percibe el agricultor. Te dio muy certeramente la solución el Director del Diario de León. Construir unos almacenes, una red de furgonetas y a repartir patatas a los consumidores a domicilio. Pero, ¡ay!, para eso hay que mojarse el culo, lo primero, y trabajar, lo segundo, y desde luego es mucho mas cómodo decir tonterías a diario en los medios de comunicación, que son sólo humo, que entrar en el mercado a competir como uno más. Las grandes superficies están ahí porque las ha autorizado el Gobierno de turno, arruinando a miles de pequeños tenderos y agricultores, y sin ningún beneficio tangible para los consumidores, más bien al contrario, con un encarecimiento de todos los productos. Alguna cabeza pensante de las que nos gobiernan debiera pararse a contrastar los miles de puestos de trabajo que dicen haber creado, con los miles de pequeños empresarios que han desaparecido. Quizá la Consejera de Economía no se atribuiría la maternidad del futuro Mercadona de Villadangos, que es un muerto más, como los ya establecidos, construido a cuenta nuestra. Otro de los contenciosos que mantiene este muchacho y el de Bercianos es con la Azucarera de La Bañeza. Única finalidad, que les vean. No es mi misión ni nunca lo he hecho defender a la azucarera, creo que ha sido al contrario. Pero la sarta de sandeces y mentiras que estos sindicalistas de garrafón están pregonando, no tienen calificativo. Hace unas cuantas semanas que Turrado grita contra el laboratorio de pago por riqueza, cuando tiene un equipo de personas de pacotilla, puesto por él, a los que está tratando de retrasados mentales. No ha emitido ni una queja oficial en ninguna de las mesas, provincial, zonal o nacional. Hay un reglamento de recepción y análisis, y su organización firmó un acuerdo marco interprofesional, que serán buenos reguladores o malos, pero mientras no se reformen es lo que hay que acatar. Salvo que quiera mezclar sus problemas personales con la fábrica con el colectivo de remolacheros que representa. El de Bercianos del Páramo, haciendo gala de un exceso de testosterona, saca en la prensa que la fábrica poco más o menos que acula los camiones de remolacha, en una habitación basculan el exceso de carga y se quedan con ella, adornando las declaraciones en Diario de León, con una foto de 300 kilogramos de remolacha tirados en la calle, fuera de la fábrica. O sea que les llama ladrones sin fundamento. Bastante paciencia tienen con el personaje. Debiera saber que la limitación de peso la ha establecido la Junta de Castilla y León, por lo que la azucarera es ajena a la medida, y si está mal legislado, hay que dirigirse a quien a sacado la disposición, que dicho sea de paso está mal hecha, pues el experto que legisló sobre el limite de peso, debiera de saber que, un producto como la remolacha, a granel, sin báscula en la mayoría de los pueblos y con una densidad muy variable, en cuando a humedad, tierra, etcétera, es imposible ajustar el peso con solo el 10% de tolerancia. El fugitivo de Cabreros, después de diez años presumiendo de sindicalista puro, afirmando literalmente que el dinero no servía para nada, ahora afirma que para defender el campo hay que dar servicios a los agricultores que el resto no sirve. Es uno de los muchos cambios de chaqueta que ha llevado a cabo en su vida, y que no será el último. Con estos mimbres, está hecho el cesto del sindicalismo agrario actual, y como parece que las mentiras y la demagogia son rentables a corto plazo, ambas las utilizan, por lo memos, hasta que los agricultores despierten.

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