Diario de León

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Tragedia y marea política

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VANZABA ayer la gran mancha de fuel hacia el cabo Finisterre, y a lo largo de la Costa de la Morte el viento transmitía un mensaje de tragedia. Siete barcos de nacionalidades diversas, con mecanismos de absorción de crudo en la superficie del agua, esperaban con pesimismo la llegada de la mancha sobre olas de cuatro a cinco metros. Al ondularse tan dramáticamente la capa de fuel, su deglución por los barcos se haría muy difícil o imposible. Y tras el consejo de ministros, el vicepresidente Rajoy reconoció la evidencia de que no podía descartarse la catástrofe. La sociedad española no ha recibido información suficiente sobre este desastre ecológico que se está desarrollando en etapas, caracterizada cada una de ellas por mensajes contradictorios de las autoridades. Desde la tesis sostenida inicialmente por el ministro Arias Cañete de que gracias a la diligencia del Gobierno se había evitado todo peligro para las costas gallegas hasta la veracidad ayer de Rajoy, pasando por las ausencias del titular de Medio Ambiente, quien en un rasgo de humildad renunció al protagonismo que le correspondía, casi todas las declaraciones y actitudes oficiales, incluida la escapada cinegética de Fraga a Madrid, han producido un efecto de desinformación. Y la oposición, que olfatea en estas circunstancias el rastro electoral a todos los sucesos, viene pidiendo y exigiendo la comparecencia en el Congreso de varios ministros y del mismo presidente Aznar, quien parece distanciarse en lo posible del desastre ecológico, económico y humano. El PP ha acabado aceptando las comparecencias solicitadas, pero se ha negado a la celebración del pleno monográfico, lo que ayer produjo fuerte tensión en el Congreso. Se ha destacado en los ataques a la oposición el portavoz popular Luis de Grandes, quien si había tildado anteayer de «carroñera» a la oposición, ayer no sólo se ratificó en el epíteto sino que elevó el listón de su agresividad, calificando de cínico al PSOE y, por extensión, a Zapatero, y dedicando a Llamazares, líder de IU, otras lindezas. No pueden disimular ni el Gobierno ni el PP un cierto nerviosismo ante las peticiones de información pública que le hace la oposición, en cumplimiento de su deber obviamente, y ello ha crispado la vida parlamentaria y el ambiente en el Congreso, que ayer era un hervidero. Y lo malo es que esta catástrofe en etapas progresivamente agravadas, sobre todo si hubiera seguido soplando el viento de poniente, va a seguir produciendo efectos políticos indefinidamente. Es por ahora una marea preelectoral que sólo se detendría con información oficial suficiente.

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