El impulso del Rey

L Rey ha sobrevolado la Costa da Morte y pisado sus playas ennegrecidas. Desde la ría de Corcubión al cabo de Touriñán el fuel ya había llamado dos veces, como un cartero siniestro y puntual, y seguía transportando hacia el Norte y hacia el Sur, frente a la misma la ría de Arosa, el inmenso paquete fragmentado que desprendió el «Prestige». Los marineros, pescadores y armadores recibieron a don Juan Carlos, tanto en Muxía como en Laxe, con muestras de cariño y esperanza. Acompañaban al Rey el presidente de la Xunta y el vicepresidente Rajoy, y unos gritos de dimisión lanzados contra Fraga no lograron ni posiblemente intentaron emborronar la imagen del día. La presencia del Rey no se ha visto afectada lo más mínimo por las luchas políticas, un verdadero enzarzamiento, a pesar de que los políticos han pretendido utilizar la figura real en beneficio propio. La izquierda aludió anteayer al desplazamiento de don Juan Carlos a Galicia para subrayar la prolongada incomparecencia de José María Aznar, lo cual, además de una insolencia institucional, es un fallo apreciativo, pues entre el Jefe del Estado y el del Gobierno no hay términos de comparación. Voluntarios dedicados a la limpieza de las playas y faldones de los acantilados fueron escuchados por el Rey, cuyo rostro serio, dolorido, hondamente preocupado, venía a ser la imagen que reflejaba la preocupación y el dolor que se vive en todo el litoral de Galicia. Y si los voluntarios explicaron a don Juan Carlos la diferencia que existe entre la realidad, marcada por las insuficiencias o inexistencias de material adecuado, y la información oficial que se facilita, en las lonjas de Muxía y de Laxe pudieron las cofradías informarle de lo que significa para toda la zona pesquera/marisquera la segunda catástrofe en diez años, por olvidar otra de hace más tiempo. El patrón mayor de la Cofradía de Pescadores de Laxe agradeció la visita del Rey, pidiéndole que haga todo lo que esté en sus manos para que sea ésta la última vez que se sufre una catástrofe así. Saben todos los españoles que en las manos de don Juan Carlos no están las llaves de las soluciones, pero sí el impulso para que empiece a trabajarse con el fin de que las soluciones se hagan posibles. En el respeto a la Constitución que muestra el Gobierno del PP, que es el de España, no sólo cabe sino que es moralmente exigible el respeto a la Corona, a la Jefatura del Estado, desde la cual, sobrevolando las luchas partidistas, se emiten advertencias, sugerencias y consejos, a los que resultaría anticonstitucional ignorar o desatender.