La bronca del Rey

MENOS fotos demagógicas». Dura frase, casi un eslogan, del Rey Juan Carlos en su visita a Galicia. Es lo que Su Majestad pidió después de sugerir que la obligación de todos es ayudar a esta castigada tierra. Ha sonado como una bronca a la clase política que aprovecha la crisis en beneficio propio. En concreto, a los líderes comunista y socialista que, efectivamente, acudieron a Galicia a retratarse. Pero no a retratarse con sus ideas, sino con su aparejo de pesca de votos. Creo que todos suscribiríamos las palabras del monarca, si no tuvieran un pecado original: ha dicho lo mismo que los portavoces del gobierno y del PP; lo más repetido por Aznar cuando acusa de oportunismo al Partido Socialista y llama «carroñeros» a Rodríguez Zapatero y a quienes acuden a la Costa da Morte a hacerse la foto electoral. Hay que hacer una salvedad: Aznar y sus ministros y delegados hacen bien en ese reproche a la oposición. Hacen bien, incluso, en defenderse con el ataque: manteniendo sus posiciones y descubriendo intenciones perniciosas en la oposición. Ese es el juego político ordinario, y nadie se extraña. Los huevos lanzados a Zapatero en la manifestación del domingo quizá sean el reflejo popular de ese rechazo al electoralismo. Don Juan Carlos está obligado a observar el espectáculo sin pronunciarse. ¿Que los partidos se pelean por una foto? Allá ellos. Pero la Corona ha entrado en un debate político abierto, y justamente cuando estaba siendo más agrio. Tiene razones y más autoridad moral que nadie para ese comentario; pero, cuando una polémica está abierta, entrar en ella con tanta claridad es alinearse con una de las partes. Y Don Juan Carlos lo hizo. Le salió del alma, empujado por la tragedia que había visto, e irritado por el uso partidista del desastre. Lo entiendo. Y hasta tengo ganas secretas de aplaudir. Pero es posible que se haya excedido. Por lo menos, se lo van a reprochar.