El dedo en la llaga

EL Rey ha puesto una vez más el dedo en la llaga. En la playa contaminada por el fuel oil del «Prestige» dijo que todos han de actuar con unidad frente a esta desgracia, y añadió, dirigiéndose a los informadores gráficos: «...Y vosotros, no hacer fotos demagógicas». Inmediatamente se han puesto en marcha las máquinas de interpretar las palabras regias: ¿Se referirá a algunas en concreto? ¿querrá aludir a las fotos que le hagan a él mismo en este viaje o en otras ocasiones? A mí me parece que está muy claro lo que el Rey ha querido decir. Él sabe mucho de fotografía, y con frecuencia comenta aspectos técnicos de máquinas, motores y flashes con los mismos fotógrafos, con los que tiene una relación estrecha y cordial. Su regañina, pues, hay que entenderla casi como la de un padre a sus hijos, dictada desde un afecto profundo y antiguo. ¿Y qué les ha querido decir? Él ya sabe que no hay fotos demagógicas en sí mismas, sino un uso demagógico de las fotos. No es lo mismo, pero cualquier profesional sabe qué fotografías son más susceptibles de una manipulación así, y el Rey ha querido alertar a los fotógrafos en este caso, porque hay elecciones cerca, ya se está haciendo mucha demagogia verbal con el accidente del «Prestige», y todos nos acordamos de aquel famoso cormorán de la Guerra del Golfo empapado en petróleo cuya imagen dio la vuelta al mundo, y que luego resultó que ni siquiera era del Golfo Pérsico, ni de aquella guerra, ni nada de nada. La politización demagógica de esta desgracia puede causar más estragos que la desgracia misma.