Diario de León
Publicado por
Luis del Val
León

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Es conocido el viejo chiste del mayordomo que, cada cierto tiempo, entraba en la biblioteca donde se encontraba leyendo el señor, y le anunciaba las sucesivas crecidas del Támesis. «Señor, el Támesis ha crecido otros veinte centímetros». Hasta que, en una de las ocasiones, el mayordomo abrió la puerta, se inundó de agua la biblioteca, y pronunció con solemnidad: «Señor, el Támesis». Estos días he imaginado que, en algún momento, un conserje, un bedel, un uniformado miembro del personal subalterno, abriera la puerta del despacho del ministro de Medio Ambiente, apareciera una masa viscosa de fuel y agua extendiéndose por las alfombras, y dijera con solemnidad: «Señor, la marea negra». Pero lo que más ha ocupado mi mente, lo que no puedo borrar del registro mental, es esa imagen de los pescadores, recogiendo la alquitranada materia con palas y metiéndola en baldes de plástico, exactamente iguales a los que usaba mi tía Pascualina para la colada. Un cuarto de siglo después de estar modernizándonos con entusiasmo y resulta que, ante una catástrofe de las dimensiones de las que asola Galicia, aparece un paisano con una barca y un cubo de plástico, a pesar de que en los calendarios corre el año 2002 después del nacimiento de Cristo, pronto, 2003. No siempre una imagen vale más que mil palabras, porque las palabras pueden ser muy poderosas si se usan con talento, pero el cubo de plástico es más ilustrativo que estudiar la larga relación de buques de otros países que han venido a ayudarnos porque no disponemos de embarcaciones adecuadas, a pesar de que debemos vigilar miles de kilómetros de costa.

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