DESDE LA CORTE
Otra ocasión perdida
Rajoy ha sido mejor. Ha sido un «peñazo» en su exposición inicial, pero contundente en su respuesta a Zapatero. La verdad es que no entiendo a los socialistas. Siempre cometen el mismo error: ponen el balón para que el Gobierno dispare a gusto echando mano de la historia y de la falta de alternativas. No consiguen hacer una oposición de datos, de críticas concretas e ideas alternativas. Reconocido eso, don Mariano Rajoy nos habló de un mundo que, francamente, no hemos visto en la realidad doliente de Galicia. Ha sido modélica la coordinación. Los medios técnicos, sobrados. La sensibilidad, exquisita. Los aciertos, inconmensurables. La eficacia, contundente. Y la rapidez de actuación no tiene precedentes históricos. Realmente, un panorama idílico que tiene que haber asombrado a nuestros heroicos mariñeiros. Quiere decirse que el Gobierno está satisfecho. La extensísima crónica de sus acciones no es que haya negado la menor autocrítica -que nadie se atrevía a esperar-, sino que revela una profunda satisfacción. ¿Quién le puede exigir así la menor asunción de responsabilidades? Nadie. Los malos son o somos todos los demás, que o bien agitan el descontento social o, como el señor Zapatero, se comportan «con deslealtad». La lealtad se queda limitada, por lo visto, a quienes siempre tienen las manos dispuestas a aplaudir. Con ello, el debate de ayer tiene una lección política: la oposición sigue siendo débil. Ha desaprovechado la mejor oportunidad que ha tenido para acorralar a un gobierno que, a pesar de la visión de Rajoy, ha cosechado una penosa imagen de inoperancia. Y hay, como siempre, pero de una forma mucho más escandalosa que nunca, dos Españas, dos Galicias: la que ven los ministros y la que cuentan los medios de comunicación. A la vista de los esfuerzos inmensos -y solitarios- de las gentes del mar, me temo que es mucho más real la Galicia que cuentan los periódicos.