Diario de León

el balcÓn DEL pueblo

El mito se derrumba

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Un problema electrónico de recepción impidió que este artículo se publicase el domingo. no ha pedido actualidad y lo saco hoy al balcón, en este día lluvioso y frío. Por la transcripción: Es imposible no mirar a Galicia y sobrecogerse ante su catástrofe ecológica. Por mucho apagón informático impuesto por el Gobierno y seguido a pie de letra por los medios públicos, el desastre no puede esconderse. La tercera marea negra, como una bandada de tordas, ha comenzado a moverse, porque el «Prestige» sigue vomitando a borbotones fuel. No son «finos hilitos» como dijo Rajoy en La Coruña, y el presidente Aznar en Madrid. Son grandes manchas que hacen temer por un mayor gigantismo de la tragedia. Marineros y mariscadores, todos los hijos del mar, los gallegos, están limitados con el intento oficial por minimizar los efectos. Piden a gritos que se diga la verdad. He hablado hace unos momentos -son las ocho de la tarde- con un joven estudiante leonés que acudió este fin de semana para ejercer de bracero y participar en las labores de limpieza de la costa. Me dice que ha percibido una gratitud excepcional del pueblo gallego por esa marea blanca y solidaria de los voluntarios, pero también una indignación ciudadana. Se palpa. Es como si la rabia se condensará en la plaza del Obradoiro y en Madrid: en Santiago por la indecisión inicial de la Xunta, y en Madrid porque sólo ha aparecido el Estado cuando ya era muy tarde. El grito sin sordina de los gallegos es «Nunca mais». Tienen motivos para ello, ya sea una manifestación de 200.000 personas o en una «marea gaitera» sonando con más contundencia por el callejero de Compostela que el oleaje contra los acantilados de la Costa da Morte. La costa de Galicia ha sido castigada con saña en los últimos tiempos. La crisis del «Prestige» ha colmado el vaso. Y se siente como una especie de vergüenza porque su virrey Fraga, se fue a cazar cuando se produjo y el candidato a la sucesión, Cuiña, además de participar en la célebre cacería de Aranjuez, todavía no ha dicho esta boca es mía. el mito de Fraga, el patrón por antonomasia de la derecha española, se ha derrumbado. Los gallegos han percibido el ocultamiento oficial y han sentido el desamparo. Todavía hoy no comprenden que Aznar no haya dado a la cara en Galicia, pero sí en la tele, y ni se haya reunido con el líder de la oposición, Rodríguez Zapatero, sino que pretenda cargar la responsabilidad en las espaldas de éste. Es ridículo y obsceno apelar al patriotismo en el caso «Prestige», y más aún acusar a la oposición de «hacer el mayor daño posible para que la situación no mejore». Es justo todo lo contrario. Pero Aznar está encasillado. Posiblemente sea el único presidente de toda la UE que no recibe al líder de la oposición en dos años. Fraga ha pedido perdón, Rajoy reconoció que «no estábamos preparados», pero Aznar jamás se equivoca. en lugar de presidente del Gobierno debería ocupar sitial, báculo y mitra en el Vaticano.

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