Diario de León
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León

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POR fin, el Gobierno ha confesado sus encadenadas equivocaciones. Ha sido necesario que los científicos hablen de la mayor marea negra de la historia, que el fuel contamine playas de Asturias, Cantabria y País Vasco, que Francia declare alerta máxima y que la petrolera rusa que fletó el «Prestige» se niegue a pagar ni un puñetero euro de indemnización. A estas alturas ningún español ignora que a la catástrofe del petrolero se ha unido la catastrófica actuación gubernamental. Prefirieron mentirnos a preocuparnos y por eso ahora, cuando estamos preocupadísimos, tenemos derecho a llamarles embusteros. Se resistieron a movilizar las Fuerzas Armadas y a convocar un gabinete de crisis y tardaron tres semanas en debatir la tragedia en el Congreso. Está claro que el presidente Aznar se reserva el derecho de admisión de sus errores. No los deja entrar en su cabeza y al prohibirles el acceso cree que no existen. Es como aquel general tan valiente que no se rendía ni ante la evidencia. El primero que no le concedió ninguna importancia a la enorme tragedia fue el todavía ministro Cañete. Su táctica fue idéntica a la de aquel propietario de una sala de fiestas situada en un sótano y sin salida de emergencia que puso un letrero tranquilizador: «En caso de incendio, no alarmarse». Después vino Rajoy, hablando de unos «hilillos de plastilina». Se refería a las cincuenta mil toneladas de petróleo que va soltando poco a poco el maldito barco sumergido. Por fin, en estos momentos, el Gobierno admite errores. A buenas horas, mangas negras. (Debieran ponerse todos un brazalete de luto). Ya no descarta que pueda producirse una tercera marea, anuncia nuevas ayudas y el envío de más militares para suplir el trabajo de los abnegados voluntarios que le han dado una lección gratuita. Lo triste es que admitir los errores no anula sus consecuencias. Y éste ha sido el mayor. Más grande que el del despótico «decretazo» y la suntuosa boda escurialense. Las urnas se pueden transformar en peceras de agua oscura si no nos falla la memoria.

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