Diario de León
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León

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EXISTE la superstición de que la Lotería toca a las regiones devastadas, que sus premios más jugosos recaen sobre las zonas afectadas por catástrofes y a esa creencia mágica se debe, al parecer, que las administraciones de lotería de la Costa de la Muerte están triplicando, respecto al año pasado, sus ventas para el tradicional sorteo del día 22. De toda España y aún desde muy diversos países, está llegando a esas administraciones de lotería un alud de peticiones de números y décimos, de tal suerte que este fenómeno irracional y frívolo nos remite al ominoso acto de pasar el billete de lotería por la chepa de un jorobado. Jorobada está, en efecto, Galicia, no sólo por la marea de fuel que ha envenenado su despensa marina, sino por el abandono en que ha descubierto que el Estado la tiene y asombra que nadie, por muy aficionado a los juegos de azar que sea, vincule su desgracia a la promesa de un golpe de buena suerte. Negra suerte. Bien es verdad que en este perro mundo la desventura de unos se corresponde con la dicha de otros, del mismo modo que la miseria de una parte de la humanidad se corresponde, o más bien es consecuencia, con la opulencia de la otra parte, pero no es menos cierto que hay algo de radicalmente perverso en esa creencia que impele a solicitar billetes de lotería del corazón mismo de la desesperación y la tragedia. Pero sí, se vende más lotería en la Costa de la Muerte: la compran los que hacen planear su quimérica fortuna sobre el manto negro y petroleado del mar y, puede que también la compren más, las víctimas directas del desastre.

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