«¿Quién alejó el Prestige?»

Pocas decisiones políticas se adoptan sin la apoyatura de un informe técnico, sea de expertos en sanidad o en presión fiscal, en educación pública o en hidrología, en asuntos militares o en relaciones internacionales, y nunca suelen los Gobiernos renunciar a su responsabilidad decisoria para descargarla sobre quienes les han asesorado y, menos aún, si no ha existido el menor asesoramiento. Desde esta perspectiva, el hincapié del vicepresidente Rajoy en la existencia de informes técnicos que inspiraron al Gobierno del PP, lógicamente inexperto en catástrofes como la producida por el accidente del «Prestige», la decisión de alejar el buque todo lo posible de las costas gallegas se ha puesto en cuestión por las inexactitudes en las que incurrió el vicepresidente primero anteayer en el Congreso. Nadie piensa que el Gobierno es responsable del accidente del «Prestige», pero dadas las consecuencias asoladoras de la mareas negras que hasta ahora se han producido, y pueden seguir produciéndose, las decisiones de las distintas autoridades, estatales y autonómicas, para paliar, reducir o evitar desde el primer momento los efectos de la catástrofe requieren ser minuciosamente explicadas a la sociedad. Si el Gobierno intentase, como parece, suavizar muchas protestas en Galicia con una aportación sustanciosa de dinero, ya dicen las cofradías gallegas que ese dinero sale del bolsillo de todos los españoles, por lo que ni el Gobierno ni el PP debería presumir de una generosidad que no les corresponde. Únicamente Rajoy se ha atrevido a ofrecer su rostro a la sociedad en representación de un Gobierno más bien evasivo, crispado e insultante, y aunque mucha gente piense tal vez que la actitud del vicepresidente primero supone cierta gallardía, y aumenta su prestigio en el delfinario «popular», otro sector social opinaría que el intento de reparar mediante algunas inexactitudes y sofismas parlamentarios lo que fue, en un primer momento, descoordinación, ineficacia e improvisación gubernamental no sólo estaría siendo estéril sino también perjudicial tanto para el Gobierno en bloque como para Rajoy en particular. Mientras IU hablaba ayer de mentiras de Rajoy al Parlamento -y Zapatero se refería a los errores en que incurrió-, toda la oposición, excepto los dos nacionalismos que apoyan al Gobierno, CC y CiU, exigían ayer la comparencia del vicepresidente primero ante el Congreso la próximo semana para explicar no sólo sus inexactitudes sino, lo que parece más comprometido, la realidad que esas inexactitudes intentaban disimular. Se trata de alejamiento del «Prestige» mar adentro, decisión que adolecería, por lo oído hasta ahora, de inquietante improvisación.