Diario de León

EL BALCÓN DEL PUEBLO

Meigas en la rosa de los vientos

Publicado por
J. F. Pérez Chencho
León

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Minutos después de las tres de la tarde, dos autocares de Alsa recogían en el campus de Vegazana a cien alumnos de la Universidad de León. Allí estaban todos, mochila y saco de dormir a cuestas, para reeditar en Galicia otro fin de semana solidario. Forman parte de ese voluntariado que ha tapado la boca a los que sólo les concedían especial amor al botellón. Es lo mejor que tenemos. He sentido una emoción especial cuando vi a los chicos/as subir a los autocares, en ruta hacia la costa gallega para ayudar a limpiar la baba negra vomitada por el «Prestige». Donde les manden: a O Grove, a Sanxenxo, Cambados, Vilagarcía de Arousa o a Baiona. Una oleada solidaria recorre la médula del país. Pero la auténtica es la de estos chicos y otros como éllos. Que la Junta de Castilla y León, o el Ayuntamiento, arrimen el hombro, se agradece, aunque lo hacen, al fin y al cabo, con las aportaciones e impuestos de todos. Algo así, pero en otra dimensión, como los acuerdos de Zara o de la Caixa de Galicia, con seis y nueve millones de euros, respectivamente, para amortiguar la desesperación. Lo primero que escucharon los voluntarios leoneses al llegar a Galicia fue como de ruleta rusa. Una palabra terrible: sureste. Quizá, ante de ir a descansar, debieron hacer una queimada y degustarla alrededor de la rosa de los vientos. Sobre todo porque era día 13 y en Galicia las meigas son capaces de vestir de rosa a las negras sombras. Mientras viajaban, la radio nos ofreció una buena noticia: el batiscafo «Nautile» ha logrado sellar una gireta del «Prestige». Quedan otra media docena por las que mana petróleo a 10º, según el vicepresidente Rajoy. Es una buena noticia, pero se mantiene la amenaza del viento sureste, capaz de sellar la muerte contra la costa. Otras noticias, sin embargo, son preocupantes, como el secretismo y ceremonia de confusión instrumentalizados por el Gobierno. A Mariano Rajoy le han obligado a la verdad con sacacorchos. Es gallego. O sea: dice lo contrario de lo que piensa y no se sabe si va a viene. Lo ilustra con exactitud el reproche de la esposa --un suponer-- de Monforte, cuando le dice al marido: «Pepiño, me mentiste; dijiste que ibas a Lugo y fuiste». En la cultura sociológica gallega debía ser lo contrario. Es la que practica el vicepresidente Rajoy. Ya ha tenido que rectificar en dos «verdades no ciertas» y le acaban de recordar la tercera: cuando afirmó que del «Prestige» salían dos «hilitos como de plastilina», hacía tres días que tenía sobre la mesa un informe contundente: se escapaban entonces 50 toneladas diarias de fuel. Por higiene democrática es obligado crear una comisión de investigación en el Parlamento. Nadie culpa en origen al Gobierno del gran desastre ecológico. Lo que sí constituye un clamor es conocer todos los pligues de la catástrofe y, si es preciso, depurar las responsabilidades dimanantes de la gestión de la crisis. Ahí, precisamentre ahí, está el meollo de la cuestión.

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