El juicio del Parlamento

El goteo de información oficial va aclarando la nebulosa que envolvía, y en parte envuelve aún, las primeras decisiones, indecisiones, acciones y omisiones del Gobierno ante la catástrofe del «Prestige». Y a medida que la aclaración se produce, las responsabilidades políticas se perfilan. Sería aconsejable, sin embargo, que una comisión parlamentaria investigase sin trabas todo el asunto, desde los vertidos iniciales del buque a flote hasta la confusión esparcida sobre las consecuencias de su hundimiento. En estos casos, el juicio parlamentario parece ineludible. Los socialistas van a pedir que se abra esa comisión, y es posible que el Gobierno y el PP accedan a ello, sobre todo porque en el Parlamento europeo una comisión de esas características va a iniciar sus trabajos, y no sería lógico que en el español cerrase la mayoría absoluta «popular» las vías a una investigación que interesa muy notablemente a toda la UE. Jesús Caldera, portavoz del PSOE, anunciaba ayer que su grupo solicitará la comisión el martes próximo, y de ser admitida, sería en ella donde su grupo exigiría las responsabilidades políticas pertinentes, pero si la Mesa del Congreso la rechazase, por la aritmética favorable al PP, «entonces, sí, reprobaríamos al Gobierno». Cabe la posibilidad de que el Gobierno y el PP aduzcan el martes que no son necesarias dos comisiones, una europea y otra española, investigando simultáneamente el mismo asunto, pero los socialistas lo han previsto, y ya han empezado a negociar con el resto de la oposición un texto conjunto en el que la reprobación se concretaría. Dada la mayoría «popular» en la cámara, la reprobación sería derrotada, pero al Gobierno no le preocupa tanto el hostigamiento parlamentario como el largo efecto político de una catástrofe que amenaza con durar de seis meses a dos años. Al hostigamiento se ha habituado el Gobierno últimamente, y sabe defenderse de él con evasiones dialécticas e ingeniosos sofismas, cuando no con argumentaciones certeras y veraces, pero la sombra política del «Prestige» podría oscurecer muchas expectativas del PP en un fin de legislatura sofocantemente electoral. Tal vez se acerque Aznar a Galicia un día de estos, posiblemente hoy, o tal vez aplace su comparecencia ante las cofradías de la Costa da Morte hasta un momento más sosegado, si las mareas negras que amenazan con irse sucediendo permitieran serenidad y sosiego. Pero habrá elecciones municipales y autonómicas de aquí a cinco meses, y el Gobierno confeccionado por Aznar para que el PP pudiera abordarlas con cierto optimismo, ha sufrido ciertas descalabraduras.