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Publicado por
Rafael Guijarro
León

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Hay más anuncios en el Metro sobre el modo de enviar dinero por Navidad a países latinomericanos o africanos, que de los grandes almacenes con las ofertas de regalos para estas fechas. Los bancos han echado el ojo a ese dinero que va a sus países de origen, un negocio que crece entre un 12 y un 28 por ciento anual según el país de que se trate. Aunque sea posible que alguien se esté apretando el cinturón por lo mal que le vaya la economía, desde luego, a ese grupo no pertenecen los inmigrantes.. El envío de dinero a sus países crece mucho más que la economía del país rico que les da trabajo y salario. Para ellos, suele ser el primer o segundo componente de los ingresos mensuales, por encima de la vivienda, la comida, los gastos de ropa o de transporte. Al otro lado del mar tienen una familia que necesita ese ingreso más que los que vienen a los países ricos. Para algunos países de origen suele ser el primer o segundo concepto de ingreso de divisas: exportando personas consiguen, si no equilibrar, al menos reducir sus déficit de comercio exterior. La tasa de ocupación de los inmigrantes crece por encima de la media y genera un dinamismo extraordinario a la actividad económica porque tienen más ganas y motivos para trabajar que los lugareños. No se entendería el crecimiento de la afiliación a la Seguridad Social, con el incremento de ingresos que supone, sin los inmigrantes. Y los bancos norteamericanos han ganado en un año 3.000 millones de dólares por transferir 23.000 millones hacia Latinoamérica. Así se entiende que los bancos españoles se hayan lanzado a un negocio tan saneado. Lo que todavía no sabemos es lo que harán los grandes almacenes para conseguir que se gasten el dinero con las chucherías de aquí y se olviden de las necesidades de sus familiares de allá, pero todo se andará porque el mercado es demasiado suculento como para que se lo dejen arrebatar los profesionales de hacer consumir.

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