Diario de León

Solidaridad y Casa Galicia Voluntarios que ya estaban en su puesto Cirugía cardíaca para León ¿Qué ha pasado con Sintel?

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Es un hecho que la tragedia que está asolando hoy Galicia ha movido y conmovido a todo el pueblo español y son innumerables los apoyos, gestos y actos de solidaridad que se producen en todo el territorio nacional y allende de las fronteras. En mi condición de leonés me he sentido orgulloso al ver en un informativo que jóvenes universitarios de León están aportando su ayuda como voluntarios. También sé que el municipio de Santa Marina del Rey se ha preparado una expedición que partirá, si no ha partido ya, a tierras gallegas. Todos estos hechos son, como digo, motivo de orgullo, y son los que nos dicen que la sociedad está viva, que es solidaria y que la continuidad y perseverancia de esta actitud lograrán mitigar un poco el dolor y la tragedia del pueblo gallego, que se ha visto agredido por la marea negra. En mi segunda condición de socio de la Casa Galicia de León me siento desolado, confuso y hasta no sé si lo que voy ha expresar a continuación es políticamente correcto, pero... al carajo lo políticamente correcto. Mis sentimientos son de indignación ante la pasividad de los actuales directivos. ¿Cómo es posible que después del tiempo transcurrido, casi un mes, estos directivos no hayan movido ni un dedo? ¿Podemos olvidar el nombre que llevamos: Casa Galicia de León? No darse cuenta de lo que compromete este nombre me parece una necedad intolerable. Continuar en esta actitud, insoportable. Hoy, y desde aquí, quiero hacer un llamamiento a todos los socios de bien para que, individual o colectivamente, exijamos una asamblea extraordinaria donde se puedan tomar iniciativas que nos hagan dignos de llevar el nombre de Casa Galicia. Jesús Serrano Prieto, socio n.º 1.121 de la Casa Galicia de León. Parece que se ha puesto de moda el voluntariado y todo lo que se pone de moda, puede resultar sospechoso. Es ahora cuando las instituciones se han acordado de promocionarlo, pero todos sabemos que esto es muy antiguo, tan antiguo como la humanidad porque el voluntario nace fundamentalmente de una actitud de la persona. Y yo quiero aprovechar la recidente conmemoración del Día Mundial del Voluntariado para agradecer a los Voluntarios de San Juan de Dios y a los hermanos de esta institución que lo fomentan, que con ellos me sentí mejor dicho, me siento, en familia. Aunque ahora no formo parte del grupo, sigo teniendo la ilusión de pertenecer un poco a esa gran familia, no tanto por el tamaño sino por lo acogedora que es. Me siento orgullosa de haber formado parte de los voluntarios del tristemente desaparecido «Transeúntes», el periódico de los sin techo y de haber convivido con los voluntarios del albergue municipal de transeúntes. Ellos ya estaban allí antes de «la moda» y siguen al pie del caño, día tras día, en las jornadas buenas y en las más difíciles. Quiero tener un recuerdo especial para Dorita, una veterana voluntaria del albergue de transeúntes que recientemente nos ha dejado y a la que recordaré siempre con su amabilidad y su sonrisa. Creo que en este momento que nos toca vivir, donde parece que todo se reduce a consumo y dinero, el ejemplo de los voluntarios tiene el gran valor de las pequeñas cosas que cada uno podemos hacer para mover el mundo. Los voluntarios no lo moverán de golpe, pero sí le darán un empujoncito. Amelia García Portillo (León). Hace unas semanas se denunciaba en la prensa leonesa que en el Complejo Hospitalario era prioritario crear una unidad de cirugía cardíaca. En mi caso, por desgracia, he comprobado que es muy necesario, pues hace dos días he perdido a un familiar muy cercano. Y murió en el Clínico de Valladolid, en lista de espera, después de llevar allí más de nueve días ingresado, cuando su operación, debería de haber sido inmediata, pues desde nuestro hospital, se le remitía «a punto» para ser intervenido. Pero no fue así y se murió, se murió sin siquiera tener una oportunidad para saber si hubiera podido salir adelante. Quienes tengan que tomar nota, que lo hagan. Juan Carlos Aláiz Rodríguez (León). El escándalo de Sintel, se resume en un cúmulo de despropósitos que implican a los dos partidos políticos mayoritarios, y a la primera empresa del país. Esto en términos políticos es casi toda España y en los económicos es casi la mitad; de ahí que el acuerdo firmado en el parlamento -esa institución tan digna y respetable- no se ha cumplido totalmente. Y es que una cosa es la España que nos muestran en la tele, y otra la que pisan nuestros pies; donde la libertad de expresión te cuesta el empleo, la democracia no funciona, la Constitución no se cumple y la dignidad de las personas no cuenta para nada. Después de todo lo llovido, 1.100 trabajadores de Sintel con una media de 45 años siguen en el paro, a punto de acabarle y -si no se cumple el acuerdo- con un futuro más negro que la costa gallega. Puestas así las cosas, sólo puede entenderse de dos maneras: o este país no está civilizado, o la globalización que padecemos no tiene origen humano. Pero para los que nos ha tocado vivir una experiencia así, esta lucha tan increíblemente dura, tan descarnada y mortal, puede dar sentido a toda una vida. Antonio Marcos Barreñada (Trobajo del Camino).

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