Diario de León

DESDE LA CORTE

Se ha perdido la decencia

Publicado por
Fernando Ónega
León

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La miseria humana ha alcanzado su máxima cota en el lugar donde habita la máxima grandeza: en la Casa Blanca de los Estados Unidos. Ese fue un lugar admirable durante siglos. Ahí vivieron hombres que han permitido el desarrollo de los derechos humanos. Desde ahí se dictaron decisiones en las guerras mundiales a las que Europa debe hoy su libertad. Esa fue la residencia del honor y la dignidad, que nunca debieron de dejar de ser los grandes atributos del poder. ¿Qué queda hoy de eso? El inquilino de esa Casa se ha ciscado en la ley, en todas las leyes, al permitir y hasta ordenar que sus policías maten, asesinen, a terroristas. Y lo harán. Estad seguros de que lo harán, sin juicio previo, sin derecho a defensa, sin demostración de su culpabilidad, sin recurso de apelación, sin revisión de sentencia. Serán señalados como culpables por el dedo acusador y serán ejecutados. Ya lo hicieron en el Yemen ante el silencio cómplice de todas las democracias occidentales. El señor Bush se comporta como un sheriff al margen de toda legalidad. No contentos con eso, el Pentágono de los mismos Estados Unidos dan el paso de la máxima desvergüenza: van a comprar periodistas de todo el mundo occidental para mejorar su imagen internacional. Como si los gobiernos ya mintieran poco, como si tuvieran pocos mecanismos en sus manos para controlar la información, como si no dispusieran de terminales dispuestas a dar altavoces a sus inmensas manipulaciones, ahora lanzan este desafío a la ética. Y lo lanzan con publicidad, a cara descubierta. Lo entienden también como una acción legítima, que entra en los derechos de los gobernantes. Es la explotación de la miseria, porque están seguros -y lo podemos estar nosotros- de que encontrarán plumas serviles, dispuestas a venderse por un puñado de dólares. Se ha perdido la decencia. Se ha perdido el honor. Se han muerto ambas a manos de la desvergüenza del poder.

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