Tarde y mal

No comprendo qué es lo que pasa en el Ayuntamiento de nuestra capital, pero lo cierto es que parecen haberse perdido los reflejos de los primeros años de mandato. Ahora se actúa tarde y mal. Se va a remolque de las circunstancias en vez de anticiparse a ellas. Pero igual que se sabe que con el agua -y no digamos con las nieves- llegan los baches, también se conoce que las lluvias y el viento horadan los muros y las techumbres de las viejas edificaciones, que aquí hay en abundancia. Ahora se acuerdan del viejo palacio del Conde Luna, siempre olvidado. De pequeña no comprendía cómo podía haber en él un almacén de frutas. Y ahora la Fundación Álvarez Carballo lo ha cedido al Ayuntamiento y éste se ha limitado a recibirlo y a proyectar allí un museo de la Semana Santa, que ha caído en el olvido. Y el derrumbamiento de la casona de Don Gutierre les ha alertado y anuncian actuaciones ¿cuándo? Cambiando de tema, pero no de lugar, parece que por fin se va a hacer algo en el mercado del Conde. Proyectos ha habido a montones, todos desechados por la cruda realidad. Lo que se necesita es un buen arreglo, con puestos decentes para sus comerciantes. Pero lo que hace falta es reaccionar y empezar las obras, porque cada día que pasa se está echando de allí a los vecinos. Edificios ruinosos e inhabitables, mínimo comercio, sin hablar de los ruidos que soportan en los cada vez más largos fines de semana. Sin embargo Poridad sigue dando licencias hasta que se apruebe (¿a qué esperan?) la ordenanza de la zona como acústicamente saturada ¡qué eufemismo! Claro que, a lo peor, lo que se pretende es que el Húmedo se convierta en una especie de Pueblo Español ya construido, donde de día hay turistas con cámara y de noche juerga. Tal vez salga mejor trasladar a sus viejos vecinos y concentrar aquí la movida en vez de llevarla a las afueras, porque cada vez son menos los que resisten en el barrio y, con un poco de ayuda, seguro que marchan, gustosos de alejarse de los decibelios.