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Publicado por
Vicente Pueyo
León

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El fuel se acerca a la costa de puntillas, como un fantasma». Jon O. Rodal, trabaja en el buque noruego Far Scout;uno de los que están colaborando en la lucha contra la inagotable marea negra del «Prestige». El experto noruego sabe lo que dice y es que el auténtico problema sin resolver es ese fluir constante de combustible desde la entrañas del petrolero hundido. Un fuel que se queda flotando entre aguas por lo que resulta difícil seguirle el rastro... pero haberlo haylo, y aparece muy de mañana en las playas que habían sido limpiadas la tarde anterior con enorme esfuerzo y desgaste. Ni las meigas más desequilibradas y rastreras hubieran podido concebir una maldición tan pegajosa y persistente que pone a prueba los ánimo más tenaces. Los voluntarios que regresan después de su experiencia dan testimonio de su dureza y, sobre todo, del desasosiego que produce ese constante volver a empezar. Constatar esa realidad otorga más importancia, si cabe, a la labor de todas esas gentes que están colaborando del mejor modo que pueden y saben hacerlo. De momento esa ejemplar voluntad de apoyo, que va a quedar como una inovidable lección de solidaridad, no flaquea. Y produce un sano orgullo decir que León, y en particular los estudiantes, están dando la talla. Ya son más de doscientos los que han echado una mano al pueblo gallego a pie de obra. El reto para León, para Castilla y León, se llama Carnota, una larga playa al sur de Finisterre donde el chapapote se ha cebado con especial saña. Es el trozo de costa asignado a la comunidad autónoma en un intento de organizar y rentabilizar de un modo racional los medios disponibles. Este fin de semana regresarán a ella nuevos grupos de voluntarios junto a profesores de Biología, Veterinaria, Ciencias Ambientales, Industriales, etcétera, que han respondido a la llamada de la Junta de Castilla y León. Este aspecto tienen una significación especial porque, si de algo hemos pecado en nuestro país, es de un inexplicable y suicida alejamiento entre el saber científico y la sociedad como reciente ponía de relieve, con mucha claridad, uno de los profesores universitarios de León que están colaborando en la lucha contra la marea negra. El reto -como demuestran pescadores y rederos, poniendo a funcionar cada día la imaginación- es ser capaces de ir encontrando las soluciones más eficaces en un problema de facetas tan diversas. No es fácil. Pero esta guerra hay que ganarla. Y ese triunfo dejará valiosas lecciones; en lo logístico, en lo científico, en lo económico, y en algo intangible pero sólido y duradero: la fuerza que nace de la lucha en común.