EL RINCÓN
Gente de blanco
Según las previsiones del Banco Central Europeo, el paro no bajará en la zona euro hasta el año 2004, que si bien se mira está al caer, aunque antes tiene que caer, con toda seguridad, el año 2003, y con algunas probabilidades también podremos ir cayendo algunos de nosotros. Sin duda para paliar el desempleo, el presidente Aznar ha anunciado la contratación de 7.000 parados para limpiar las costas gallegas, que es como barrer el desierto. Por fin ha ido al lugar de la desgracia y ha estado allí tres horas. Según sus ponderadas palabras, se abstuvo de ir antes porque eso hubiera supuesto «manipular los sentimientos de los gallegos». No ha habido muertos, según la aciaga profecía de algún político que da la impresión de haberse alegrado de la catástrofe, ya que eso indudablemente deteriora al partido gobernante. No ha habido muertos, pero ha habido algo más que palabras: gritos. Cerca de un millar de coruñeses le increparon. «Aznar, devólvenos o mar», decían algunas pancartas, que acaso le atribuían las hondas capacidades de Neptuno. En otras podía leerse una petición más razonable: «El del bigote, que limpie chapapote» o «Menos maderos y más chubasqueros». La verdad es que nadie esperaba un viaje triunfal, pero aunque no haya sido recibido en loor de multitud, sino en olor de fuel, hay que admitir que el envío de parados soluciona en parte el problema del desempleo, que es otra marea negra. De momento, se sabe que la limpieza va para largo y a muchos pueden hacerlos fijos. Mientras, miles de voluntarios se baten con las olas para arrancar el petróleo de las aguas más generosas del mundo. Son jóvenes que han preferido hacer eso a descansar o divertirse. Mienten los que acusan en bloque a la juventud de aficionada a la droga o al «botellón». Hay muchos, muchísimos jóvenes que tienen afición a hacer algo por los demás y ayudar a prójimos desconocidos. Gracias a ese material humano de primerísima calidad, España ha podido ir superando durante siglos muchos desgobiernos.