Una deuda de gratitud Francia y la marea negra

Estos días todos los ciudadanos deberíamos encontrar un minuto de reflexión para recordar a un joven que ya no está entre nosotros. Se llamaba Antonio Molina, tenía 27 años, pertenecía a la Guardia Civil y la semana pasada fue asesinado por un pistolero de la ETA. Cualquier día es bueno para vivir y ninguno adecuado para morir, pero morir en vísperas de Navidad supone una tristeza añadida. Por eso todos los españoles estamos en deuda con la familia Molina de Melilla. La tercera gran marea negra del «Prestige» podría llegar a las costas francesas tras dejar atrás las cantábricas. Si finalmente se consuma el pronóstico y los daños alcanzan al país vecino, nadie podrá impedir que los franceses, que poseen una gran capacidad tecnológica en materia de seguridad marítima, enjuicien objetivamente los errores que aquí se han cometido, y no podría descartarse inclu- so que reclamaran daños y perjuicios si se llegara a la conclusión de que la catástrofe pudo evitarse.