Diario de León

Enseñanza de las religiones Ángeles y cachorros Crítica sobre Rafa Guerrero

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En un estado aconfesional,se supone que el estudio o la enseñanza de cualquier tipo de religión es opcional, como pueda ser los trabajos manuales o aprender a bailar sevillanas. En todo caso, supongo que la religión católica no deba tener bula a la hora de que el españolito de a pie pague sus impuestos y, de tener que hacerlo, el resto de las religiones también tendrían su derecho a percibir las propinas que creyentes y no creyentes, obligados a golpe de B.O.E. tenemos que, año tras año, pagar, nunca mejor dicho, Religiosamente. Resulta que la Iglesia (católica por supuesto), durante 1998, no pagó el salario a sus profesores durante cuatro meses, según fuentes de El País (23-12-02).¿Es coña?¿Hasta cuándo vamos a tener que seguir pagando los cursos de baile de sevillanas a los que no nos gusta el baile?. Y, en todo caso, una vez pagado ese injusto impuesto, por qué no revierte en los profesores? No es una cuestión de anticlericalismo, no. Es una cuestión de ética, de razón y de vergüenza en todos los sentidos. Y, de pagar a la Iglesia Católica, el mismo derecho tienen el resto de religiones, ¿o no?. De todas formas, pienso que esta enseñanza debería autofinanciarse. Aunque, eso si, facilitándoles el Estado, a todas las religiones, los medios de infraestructura en lo que a aulas se refiere, pero nada más. Aquilino Laserna Perea (La Virgen del Camino). Si me quitas las hienas y un pez (¿se llamará japuta?) más feo que un diablo atropellado por un camión, cualquier cachorro, toda fauna joven, me parecen preciosos. Los felinillos circenses, al ser naturales, contaminación aparte, tienen conducta pero ninguna cualidad moral, pedantería ni narcisismo, todo el encanto y la ira corresponden al observador. Recentales en desmañe patudo, aguiluchos histéricos, pajarines desvelados bajo enramada, hasta pollitos amarillos con luz de bombillón, nos pegan un toque mental de capullos de seda en levitación, un barrunto de médulas perdidas que nos precedieron en la hermosa cadena del barro vivo. Los bebés tambien tienen su aquel, excepto los utilizados como reclamo por la tele vende-compresas, aunque si están ahí es que serán buena cinta cazamoscas para el público maternal comprador. El imperialismo fisiológico de los lactantes tan mal le sentaba a Freud, me parece, como para que confesara él su propia homosexualidad latente cubriendo de cicatrices el futuro de la fiel infancia, castigando al humano con construcciones de estadios eróticos -teta, pis, caca, mamá, Edipo-, que son frutos de invernadero del observador, tan pertinaces como castigar a un ciego por mirar, pintándole de ojos toda la cara. En la especie humana cabe sembrar conciencia, traición y veneno desde el cordón umbilical hasta los santos aparecidos en gira extracelestial, y cada persona es juez y parte en la cacería, lo que hace inconciliable la justicia y la supervivencia. Los animalillos tienen derecho a un subconsciente hermético al vacío, toda su gracia y desgracia no es una cualidad, son ellos mismos más entorno. Son, también, nuestro inverso, nosotros no sabemos ser inconscientes y ellos no saben ser conscientes. El ser humano no tiene tantos derechos como el lebrato, lo cazan más y con menos licencia, realmente nadie tiene derecho alguno mientras no vote, contribuya, produzca o mate, en calidad de organismo deformado hasta el punto de rellenar de caprichos el derecho, desalojándolo gratis de las necesidades más deseperadas. El safari fotográfico que cruza desde un jeep cachorros sesteando a los humanos les viste de almirante para las fotos infantiles, pero el chapapote pedagógico irreversible está en nuestra sangre desde el primer día, como raspa decrépita de la muerte futura. La cuna humana puede ser de algodón, angelitos y campanitas, pero de chupete para dentro las tiernas criaturas, por imperativo legal rebosan de ángeles malos pugnando por hacerse mayores. Iñaki Desormais (Correo electrónico. Pamplona). Soy un asiduo lector de ustedes y también un leonés que adora todo lo bueno de esta tierra. He leído las crónicas del periodico que yo siempre creí de León y para León, referente al partido de futbol del Mallorca y el Barcelona, culpando del resultado al buen árbitro (internacional para más señas) Rafa Gerrero. Creo que el periodista que escribió ese comentario viese bien las imágenes del partido y si no es por rencor o algo parecido a dicho arbitro tiene que rectificar su comentario y pedir perdón públicamente de su comentario. Ese partido solamente se lo puso fácil al Barcelona los impresentables futbolistas que agredieron a sus contrarios y no él que cumple con su obligacion que es señalar lo que ellos creen que existió que en este caso acertó al cien por cien. Su comentario se parece al que hizo el presidente del Barcelona de lo que ocurrió en el partido contra el Real Madrid (La culpa de todo la tuvo Figo por tirar los saques de esquina). Le aseguro que no tengo ninguna relacion con Rafa Gerrero ni con el estamento arbitral, solamente me gusta lo bueno de León y Rafa lo es. Rogando rectifique su comentario le envia un saludo un buen lector de su peridico. Juan Domínguez (correo electrónico).

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