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Publicado por
León

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DESPUÉS de que el Gobierno norteamericano sorprendiese al mundo al establecer la licitud del lanzamiento de informaciones falsas y de la publicación de mentiras respecto a un posible conflicto armado con Irak y a la lucha contra el eje del mal, el Ejecutivo del inefable George W. Bush ha dado una vuelta más a la tuerca de la propaganda bélica al plan-tearse abiertamente y sin dobleces la oportunidad del soborno a los periodistas de otros países para ganar amigos e influir sobre la opinión pública que, naturalmente, no ve con buenos ojos en todas partes una guerra para apoderarse del petróleo de un país. Va a ser realmente difícil encontrar un solo periodista o un solo escritor dispuesto a seguir el juego al poder político establecido, y no sólo porque repugne a la ética cobrar dinero para convertir en digerible una guerra, sino también porque quien se atreva a escribir una sola línea a favor de las tesis agresivas de Estados Unidos pasará a convertirse inmediatamente en objeto de sospecha no sólo en los países amenazados, sino también en la mayor parte de los países del mundo. Ni los más entusiastas partidarios europeos de George W. Bush, si es que realmente todavía existen, se atreverían a jalear sus eventuales operaciones militares contra Irak. La sutileza ha dejado de ser considerada necesaria para la eficacia de los mensajes. La política de comunicación ha apostado por la tosquedad y por seguir el modelo de Goebbels, quien no sólo creía que una mentira repetida mil veces podía convertirse en una verdad, sino que además consideraba más eficaz un porrazo en la cabeza que mil argumentos.