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Publicado por
Afrodisio Ferrero Pérez
León

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Sobre Guzmán el Bueno, personaje que me fascina desde la infancia, se han escrito muchas páginas que aúnan hechos reales y leyenda, aunque el indagar en la Edad Media intentando aclarar la vida de un mito, señor de la guerra, requiere de un trabajo minucioso, que es lo que he intentado hacer en mi libro Guzmán el Bueno: La Grandeza de un héroe (Ed. Unión Leonesa, 2021). Esta tarea está llena de pequeños descubrimientos y tropiezos, que animo a emprender, a cualquier entusiasta de la historia, para aclarar, en lo posible, la trayectoria del héroe. En mi estudio para aproximarme a su figura he tropezado con una serie de enigmas, algunos de ellos están más claros, como lo que hace referencia a su nacimiento. El caballero nace en León el 23 de enero de 1256, dato que aparece documentado con solidez, frente a los que propugnan otros orígenes, como burgalés o sevillano y también a los que defienden su origen árabe. Su familia paterna tenía propiedades en Burgos y allí debió pasar algún tiempo de su formación inicial en el monasterio de San Pedro de Gumiel, desde donde pasó al monasterio cisterciense de Sandoval en León, donde permaneció hasta aproximadamente los 19 años bajo la custodia de su ayo, el sevillano Alonso Hernández de Cebollilla, siguiendo el mandato de su padre natural, Don Pedro Núñez de Guzmán, adelantado mayor de León y Castilla, siendo su madre una dama leonesa Isabel Alonso. Tras realizar sus estudios y realizar su formación como caballero a los 19 años se enroló, con destino a Sevilla, en la hueste de López de Haro.

La XXI Duquesa de Medina Sidonia participó en 2005 en un documental When de moros ruled in Europe en el que añade un nuevo enigma sobre el origen del héroe, en esta ocasión, ya que hubo otras muchas y más desafortunadas, en las que pontificó, sin fundamento, sobre su origen y, a decir verdad, los historiadores nunca la han seguido con atención estas opiniones. Pero es la propietaria de la mayoría de los documentos conservados sobre el héroe, y, en general, mal interpretados. Así señala un documento de 1288 en el que se le permite importar trigo a Marruecos para mantener a su hueste y evitar la hambruna que padecía el norte de África en este momento: «a do il es», ya que ignora que diacrónicamente el uso de ser y estar es complejo, así interpreta a donde él era por donde él estaba. Añade otro documento, de su archivo, en el que le señala como vasallo, para indicar su origen árabe, puede que interesadamente para promocionar su complejo de hotel y archivo, ahora con una presentación más adecuada y usando medios de comunicación más amplios, aconsejada por su esposa y secretaria alemana, pero que nada tiene que ver con la realidad.

El caballero nace en León el 23 de enero de 1256, dato que aparece documentado con solidez, frente a los que propugnan otros orígenes, como burgalés o sevillano y también a los que defienden su origen árabe

Guzmán, en Sevilla, sufre una afrenta ante la Corte, en la que se le echa en cara su bastardía, y esto le anima a desnaturarse y buscar acomodo como «Guarda mayor» del caudillo Ab-Yusuf y se establece en Fez (Marruecos). Allí logra fama y fortuna, pero vuelve a Sevilla y allí pasó gran parte de su periplo vital tras contraer matrimonio con una bella y hacendada sevillana, Doña María Coronel. Tras su etapa al servicio de Ab-Yusuf regresa a Sevilla y a petición del rey Sancho IV el Bravo se encarga de la defensa de Vejer de la Frontera y Tarifa (Cádiz. 1291)

Otro enigma, de enorme importancia, aparece en el momento culminante de su vida y que le catapulta como héroe universal, durante la conquista de Tarifa y es precisamente el suceso que conlleva a la muerte de su primogénito un niño de diez años, ante la ciudad de Tarifa sitiada por los benimerines a mediados de agosto de 1294, según la historiadora Mercedes Gabrois. Se plantea la incógnita de porqué el niño estaba en Tarifa y es preciso aclarar, si estaba con sus padres y fue raptado, o de qué modo llegó a Tarifa a manos del caudillo benimerín Ab-Yacub. El texto más antiguo sobre el suceso, escrito unos años después, en torno a 1340, La Crónica de Sancho IV narra cómo en medio del cerco el infante Don Juan que se había aliado con Ab-Yacub, caudillo de los benimerines y enemigo personal de Guzmán, que había sido guarda mayor de su padre el emir, chantajeó a Guzmán y le amenazó con matar a su hijo si no entregaba la plaza: «O entregas la plaza o degollamos a tu hijo aquí presente» (dijo el caudillo benimerí).

El desenlace es de todos conocido y culminó con el asesinato del niño, en aquel momento comenzaron a llegar noticias de que la flota castellano-aragonesa, al mando de Juan Mathé, venía en auxilio de los sitiados. Entonces, abandonaron el cerco los benimerines a toda prisa dejando tras de sí pertrechos y enseres. Tras muchas indagaciones podemos aventurar que el niño había sido entregado al infante Don Juan, maestro de traiciones y fechorías por la familia de Guzmán que residía en Sevilla. Pero el infante Don Juan, (hermano del rey Sancho IV) tenía la encomienda de trasladarlo a Portugal, a la corte de don Dionis, con la idea de que el niño Alfonso fuese educado lejos de la zona de las incursiones musulmanas. El infante secuestró al niño y lo mantuvo oculto en algún lugar cerca de Tarifa, pero no pasó desapercibido a la red de espionaje de Guzmán compuesta por atalayeros, montaraces, escuchas, entre otros, que constantemente peinaban la zona en torno al cerco. La solución heroica de Guzmán, está asentada en su hondo sentido del deber que le posicionó en el lugar de los héroes universales. No sabemos si Guzmán tenía conocimiento de un suceso similar protagonizado por este infante en Zamora, repitiendo con Guzmán lo que hiciera años antes con la mujer de Gutierre Pére, merino mayor de Alfonso X, la señora, como alcaidesa, defendía la plaza apoyada por un grupo de caballeros, en ausencia de su marido y cedió al chantaje sobre su hijo que se criaba en una aldea cercana. En aquella ocasión Don Juan logró también apoderarse de un hijo de la alcaidesa, y amenazando la vida de la criatura obtuvo la rendición de la plaza. Tampoco sabemos si era un elemento común en los cercos el secuestro de niños, entre los moros o entre los cristianos, o si fue una situación singular del traidor infante Don Juan.

En conclusión, la heroica defensa de Tarifa, que ha magnificado la leyenda es la clave de un heroísmo supremo realizado por el caballero leonés. El rey Sancho IV le concedió por su extraordinario sacrificio en la defensa de Tarifa, el sobrenombre de «El Bueno, y ansí os llamaredes de aquí en adelante». Dado por carta de 2 de enero de 1295.