Hasta aquí se ha llegado
Dicen los mayores, los que tienen mucha experiencia, que a ciertas cosas, generalmente, se las ve venir. Y cuando son aviesas, con más velocidad. En el caso que quiero hoy comentarles, se ha atravesado la barrera del sonido, metafóricamente claro. Desconozco si el episodio vivido en los últimos días, ¿los últimos meses? solo puede darse en la política, pero mi instinto y mi experiencia me inclinan a pensar que una sustitución como la de Casado y Egea, y la velocidad con que se ha llevado a cabo, no es una excepción. Las empresas multinacionales, saben mucho de eso. Pero volvamos a lo que nos ocupa.
Escribo este artículo recién dimitida la cabeza pensante del PP. Produce vértigo pensar que hace solo dos semanas todo era distinto, todo era «normal», todo era la vida. Ahora, ha habido una estampida que no ha de parar en un tiempo y que trastoca, repentinamente, los planes del mayor partido de la oposición.
¿Algo tiene que ver, en este batiburrillo de noticias y decisiones, que ha culminado con la marcha del presidente y el secretario general, la presencia de mujeres en altos cargos de ese partido PP y su relación laboral con los jefes?
Un pequeño recordatorio a modo de eso, de recordar, cómo van sucediéndose las cosas. Primero fue Sáenz de Santamaría, que compitió y perdió con Pablo Casado.
Cronológicamente, aparece la presidenta de la Comunidad de Madrid, Cristina Cifuentes, quien tiene que dimitir por un tema de su afición a las cremas y, a su forma de conseguirlas. Hay quien defiende que eso fue una trampa que le tendieron y cayó en ella. Después apareció y desapareció Cayetana Álvarez de Toledo. Fue como una estrella fugaz, que se permitía criticar a los suyos si la ocasión lo demandaba. Se perdió una buena portavoz y hemos ganado un libro, por ella escrito, que aclara muchas cosas. Más tarde, y después de abrazos, carantoñas y salidas al balcón y parece que existe una buena amistad, es Isabel García Ayuso la que derrota a la izquierda en votaciones en la Comunidad de Madrid, y se permite pedir, que se celebre cuanto antes un Congreso autonómico del PP para intentar arreglar muchas cosas que estaban, que están desarregladas.
Ayuso es el detonante de que hay que tomar decisiones y ser valiente en coger el toro por los cuernos. Deja muy claro en varias declaraciones que ella no busca competir con el presidente de PP, Pablo Casado. Ella quiere y lucha por la Comunidad de Madrid y ahí se hace fuerte. Pero claro, Madrid es mucho Madrid y, por esa simple pero importante razón, muchos mecanismos se ponen en marcha. Entre otros el excesivo celo de los ‘jefes’ en controlar esa joya de la corona para el PP que, desde hace muchos años, es la Comunidad de Madrid.
La historia, como el cauce de los ríos, es muy cabezota y cuando ha trazado un plan, que nadie o casi nadie conoce, con el paso del tiempo, se llega a hacer realidad. Y eso exactamente es lo que ha ocurrido con el episodio vivido con ese trío de protagonistas políticos y del mismo partido como son Casado, Ayuso y Egea. Todos solemos ser educados cuando tenemos que afrontar un caso enrevesado, y este lo era, pero todo el mundo sabía que de puertas adentro el festival de chispas y rayos no cesaba. Se estaba intentando una solución a toda prisa pero, al final, no ha podido ser.
Y como casi siempre ocurre, en el momento crucial, aparece el cuerpo del delito. Se filtra, o no se filtra, o vaya usted a saber, que un hermano de la presidenta Ayuso, ha cobrado más de 200 mil euros por una operación de compra de mascarillas, cuando la pandemia reinaba a todo trapo entre nosotros. Esa noticia, esgrimida por el secretario general y el presidente del PP, provoca una serie de declaraciones de la presidenta Ayuso, quién al fin demuestra con papeles que no son 200 mil euros los percibidos por su hermano, sino cincuenta y tantos mil euros, y nunca en concepto de comisión sino como remuneración del trabajo llevado a cabo.
Esta situación que se escribe en dos folios, se vive en unos meses, y se ha solucionado en cuatro días, es la causante literal que genera dar la vuelta a la tortilla en los proyectos del PP, provocando a la vez su desestabilización. El resto es conocido.
Ahora se debe esperar la reacción del entorno de Casado con el fin de decidir un Congreso nacional extraordinario del cual debe salir el nuevo líder del PP, que se constituya en leal oposición, y compita para llevar al PP allí donde quieren sus militantes.
Hay prácticamente unanimidad total en que el hombre a recoger el testigo de las ilusiones, los proyectos y los objetivos del nuevo PP, es Alberto Núñez Feijó, actual presidente de la Xunta de Galicia.
Ecuanimidad, mesura, mano izquierda, experiencia política y tener los pies en el suelo, deberían ser cualidades del nuevo presidente del PP. Alberto Núñez Feijó, a juzgar por muchos militantes del PP, las reúne.
Que Dios reparta suerte. Por lo demás, colorín colorado esta etapa se ha acabado.