Futuroscopia
Como sigo harto de contemplar el penoso panorama de la política, así como la deriva y degeneración creciente del ser humano, indago en un futuro que se me antoja salvífico. Bueno, a lo mejor también es porque, recordando a Woody Allen, pienso que es la dimensión donde voy a pasar más tiempo…
Quizás debería titular este artículo: «Imaginoscopia del futuro», pues es la imaginación el mayor activo que tiene el hombre para viajar gratis y libremente donde le plazca. Advierto que, por razones de espacio, recojo únicamente una síntesis de ese futuro, el cual, insisto, es denso y complejo, y cuyo desarrollo pormenorizado exigiría, cuando menos, varios libros.
He escogido, para la ocasión, el año 3022. Comienzo por afirmar: «en esa fecha, las pasiones humanas actuales serán historia». Lo veo con mi imaginoscopio. El cerebro humano, centro de todas las operaciones, apenas si se parecerá al actualmente en vigor. El cambio habrá sido tal que antropólogos y demás eruditos afines se harán de cruces al comprobar cómo en los últimos mil años el hombre ha pasado de calificarse «homo sapiens» a convertirse en «mulier sapientíssima», pasando, previamente, por etapas intermedias de «homo decadents» y «mulier victoriosa», respectivamente.
No creo necesario extenderme sobre este particular porque se veía venir, a poco que se cumplieran las «profecías» (y, sobre todo, las ansias desaforadas al respecto) del ministerio de igualdad del gobierno español, mil años antes.
La verdad es que los problemas de género y sexo, respectivamente, importarán muy poco porque habrán sido totalmente superados, quedando solamente su referencia, tal como el rabo y el coxis, por ejemplo; vamos, un vestigio. De hecho, el ser humano será un ser de género único con la estructura primordial de la antigua hembra de la especie, cuya sabiduría ha dado su nombre a la última clasificación del ser humano. La referencia sería, para entendernos, la que más o menos tenemos hoy día de los ángeles, sin entrar en detalles y clasificaciones, ni especular sobre el sexo de los mismos.
Como indicaba antes, el cerebro, ese ordenador tan complejo, habrá sido tan manipulado que sus circuitos, estructuras y las sustancias que hoy conocemos del mismo habrán sido sustituidos, reorganizados, implantados etc., de tal suerte que un estudioso anatómico o fisiólogo de hoy día, si pretendiera entenderlo, bajaría los brazos en señal de indefensión y desconocimiento porque solo quedarán vagas referencias al cerebro del caduco homo sapiens. La velocidad en la evolución de la especie humana ha sido sorprendente.
El ser humano será un ser de género único con la estructura primordial de la antigua hembra de la especie, cuya sabiduría ha dado su nombre a la última clasificación del ser humano. La referencia sería, para entendernos, la que más o menos tenemos hoy día de los ángeles, sin entrar en detalles y clasificaciones
Todo empezó con el control absoluto del genoma, cuyo estudio había comenzado más de mil años antes, aunque su conocimiento total se produjo bastante más tarde. Se identificaron todos los genes, su estructura, contenido, funciones y correspondencia con lo que se podría definir al ser humano: necesidades, tendencias, inteligencia, sentimientos, conciencia, apegos, pasiones, incluidos los pecados capitales, así como las virtudes y todas las demás potencias y facultades del alma.
Total, que una vez dominado tanto el sustrato de la vida, así como su desarrollo potencial, les fue fácil construir un nuevo ser a su antojo y conveniencia. Es cierto que paralelamente, e incluso previamente, el desarrollo de la denominada inteligencia artificial facilitó la tarea ya que los robots humanoides llegaron a constituir un pilar fundamental en el proceso, del cual, por razones obvias, no puedo extenderme en este artículo.
Pero os preguntaréis, ¿construcción al antojo y conveniencia de quién? Según me ilumina mi imaginoscopio, la cosa no fue nada fácil. Se estableció una denodada lucha entre los «conservadores semi catatónicos» (remisos a moverse y avanzar) y los «progresistas estilo baile de san Vito» (que se mueven mucho y progresan poco, e incluso vuelven al punto de partida). En realidad, los dos pretendían lo mismo: tener el poder y utilizarlo a su antojo y conveniencia; vamos, lo mismo que ahora.
He de aclarar que ya hacía tiempo que solo existían, a nivel planetario, esas dos tendencias políticas, expresión de pensamientos únicos y contrarios entre sí, aunque convergentes en un punto, la erótica del poder y del dinero. Pero ocurrió el milagro. No, no es lo que pensáis los más ingenuos y pacifistas; no hicieron las paces y formaron un gobierno de coalición, que eso no estaba en su naturaleza. Fueron unas «hordas» de científicos de altísimo nivel que se hicieron con el poder con la connivencia de los políticos, pensando éstos que se aprovecharían de los primeros, pero les salió rana la jugada ya que, aunque se creían más listos que aquellos, eran mucho menos inteligentes… y triunfó la ¡ciencia!.
A partir de ahí, todo fue sobre ruedas. Los embriones humanos (os diré que ya hacía mucho tiempo que la descendencia humana ya no se llevaba a cabo por los métodos antiguos; vamos los tradicionales, naturales) fueron sometidos a un proceso de «recomposición»: Aquí corto y pego, suprimo pasiones, envidias, deseos, incluido el sexual etc., etc., y lo compenso sobradamente implantando otras formas más sublimes de satisfacción. Y así, la ciencia fue construyendo al nuevo ser, desprovisto de defectos, de tendencias miserables, de su finitud, convirtiéndolo en inmortal, alimentándose de luz, directamente vinculado con el sol, metáfora de la luz divina (o viceversa) y gozando de una paz eterna. A veces pienso que, quizás, mi imaginoscopio se ha distorsionado un poco, pero creo que por ahí va la cosa.
Ahora, para terminar, me apetece contaros algunos cambios acaecidos en el año 3022 en la Tierra, y algún chascarrillo de la historia de España. Veréis, una vez que el nuevo ser humano abandonó definitivamente el planeta, éste floreció, se esponjó y empezó a ser un lugar limpio y lleno de vida, extraordinario. Algunos humanos, quizás porque persistían en ellos restos de nostalgia, se desplazaban para contemplarla desde el espacio. Era una gozada verla tan hermosa.
Los más dotados del sentido del humor, pero ya sin mala leche porque ésta ya había desaparecido del alma humana, contaban, por ejemplo, que algunos catalanes viejos se paraban a contemplar su añorada Cataluña que se había extendido en su día, según ellos, por casi todo el Mediterráneo occidental y casi casi había llegado a orillas del río Duero. Luego bailaban, arrobados, una sardana. Había otros que hacían viajes para contemplar la Rías Baixas, aunque no quedaba claro cuándo iban y cuándo volvían. Y así otros muchos, cuyas raíces procedían de otros lugares de la vieja España, cantaban el Asturias, patria querida . Otros se arrancaban por bulerías o se acordaban de San Fermín o bailaban una jota o un chotis, según. En fin, cada uno a lo que había sido suyo. Incluso a algunos nostálgicos, solamente por su cercanía actual con el llamado astro rey, les daba por cantar el «Cara al sol» sin otra intención que la de gozar del mismo.
Y ya como remate final, y en relación con la figura histórica de uno de los presidentes de los gobiernos de España de entonces, queda reflejada una nota sucinta, pero muy esclarecedora y contundente: «Periodo lamentable de una legislatura cuyo presidente fue considerado un mentiroso, manipulador, chantajista, narcisista, vacuo y felón».