Política exterior: cero absoluto
La política exterior del Reino de España, desde el Conde Duque de Olivares, ¡ya llovió! es una cadena inagotable de vergonzosas vejaciones que solo evidencia la patética decadencia de esta nación mutilada, sin futuro alguno, que llamamos España. Prolijos sería recordar la lista de humillaciones que ha padecido el Reino que antaño, nos dicen los libros del cole, fue cabeza del mundo. Porque desde que el omnipotente valido del Rey Planeta, putero y cagón no fue capaz de enviar ni un solo tercio a combatir la rebeldía de los portugueses en 1640 no se han visto más que calamidades.
Aquel Imperio que deslumbró al mundo por el rapidez con que se urdió, se deshizo en menos de tres generaciones por la incompetencia estratosférica de sus clases dirigentes y la parsimonia becerril de su campechano pueblo. Aquel predio, condominio de todos los españoles, en el que dijo el siniestro residente de El Escorial que no se ponía el Sol, de no menos de 3 millones de kms cuadrados, repartidos por todos los continentes, se quedará muy pronto en poco más de los 300 kms cuadrados de Madrid y sus Carabancheles. Tan esforzados se han mostrado los madrileños en regir la capitanía del Estado que el rey holgazán les regaló que a poco que se descuiden su solar no pasarán de Sanchinarro.
Pero resumamos la secuencia, que harto saludable será memorable, para bajar los humos a quienes aún se empeñan en pregonar la hombría de estos reinos. En 1640 perdimos Portugal con todo su imperio extendido por los siete mares,.
En 1648, Holanda después de una guerra idiota de 80 años que arruinó las arcas de Su Majestad, y también Taiwan, Tobago y Curazao
En 1659, el Rosellon y la Cerdaña y la mitad de La Española hoy Haití; en 1714, Oran, Menorca y Gibraltar, Sicilia y Milán. En 1763, Florida. En 1817-20 toda América hispana; En 1989 Cuba Filipinas y Caribe. En 1956, Marruecos, En 1968 Guinea Ecuatorial y en 1975, el Sahara Occidental.
Del detalle histórico de toda esa sangrante hilacha de pérdidas de la matriz hispana solo lo hemos sabido por los manuales de historia. De las últimas tenemos vivida memoria los que aún coleamos por este mundo. ¡Cómo no recordar la indigna retirada del Sahara español durante la agonía del dictador, hábilmente aprovechada por el sátrapa de Rabat! ¡La vergonzosa dejación de los deberes coloniales con la minúscula pero riquísima Guinea Ecuatorial!
Casi cincuenta años han estado intentando los pobres saharianos recuperar su robada patria con la ayuda de los argelinos. Cincuenta años en los que, al menos ha soberanía del Sahara por Marruecos ha sido negada por todas las Cancillerías. Este último consuelo lo deshizo el último ocupante de la Casa Blanca, quien reconoció esa soberania. Y ahora, el capítulo final de esta infamia es la claudicación, una vez más humillante, del Reino de España al acceder a esa soberanía. Y es que la amistad de Rabat con su monopolio es muchísimo más valiosa para Washington la del Reino de España, con sus traicioneros gobiernos filocomunistas.
Jamás he visto en la descomposición de un imperio la incompetencia del español. Guinea se separó y sus las bolsas de petróleo en lugar de esta gestionadas por Repsol las lleva la Shell. En el 75 se perdió el Sahara y sus minas de fosfatos se las quedó el reino de Marruecos. Ahora Guinea es una potencia petrolera y Marruecos una novia cortejada por Occidente con sus fabulosas reservas de fosfatos, las que aseguran la producción de alimentos de todo el planeta.
Ahora ya pueden ustedes bajar a la tasca y pregonar delante de una jarra de birra que España es el país más cojonudo del mundo.
Pero si fueran ustedes consecuentes, correrían a esconder su vergüenza debajo de algún algarrobo.