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Ni una verdad oficial nunca sobre el amarre autonómico leonés

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Después de casi cuarenta años de sujeción al ente autonómico que nació por «razones» y el subsiguiente aherrojamiento político de los leoneses, sin un mínimo de respeto a nuestra identidad leonesa, lo único que hemos podido ir asimilando es el apelativo nominal que se ha gestado popularmente: Comunidad de Castiga a León. Donde se recoge la clara animadversión hacia lo leonés, fomentada por un predominante centralismo castellano, tanto de izquierdas como de derechas. Ambas manos, puede que discrepen en el cómo, pero no en la acérrima voluntad ahormadora. Los mediopensionistas vendrían a añadirse después.

El vilipendio a la identidad leonesa llevaba, y lleva incorporado, un mayor sufrimiento que el propio ninguneo comunitario hacia lo leonés, tan sibilino como persistente; aquél no es otro que el dañino afán creador pleno de soberbia política, de una identidad comunitaria. Constatarlo ya resulta ofensivo, pero hay dos cosas que molestan más; una que se pretenda hacer por imposición derrochando caudales para ello, y otra o subordinada, la ausencia de un mínimo de sensibilidad para haber ido previamente en busca de un estado de compresión en las partes populares, leonesa y castellana.

La sumisión política, verdadero acatamiento partidista de los leoneses que en estos menesteres de mueven, actúa sobre la ciudadanía como estupefaciente adormecedor, y así caminamos irreflexivamente años sin negarles el voto. Es evidente que hablo desde el punto de vista de la generalidad. Por ello, cuando una figura política como José Antonio Diez, el alcalde legionense, se muestra proclive a la defensa de lo leonés, quienes tenemos permanente esa inquietud leonesa, o en los que su postura supone tal estímulo, percibimos una aureola acogedora cual rayo de esperanza.

Leonés, socialista convencido y leonesista por sentimiento en un «tanto monta…» viene mostrándose últimamente, con la autoridad que da la veracidad de su postura defensora de lo leonés, con firmeza e ideas claras de lo que al pueblo pueda aportar. Si se está erigiendo en líder, ya sea por propia decisión o por compromiso político/leonés ante la a inquietante deriva que nos está suponiendo el amarre autonómico, no lo sabemos. Lo cierto es que marca un tiempo de esperanza, doblemente valorable, pues no le está resultando fácil dado el machaqueo partidista en contrario de sus más inmediatos compañeros.

Lo he dicho más de una vez: nos pierde el ombliguismo, el interiorizado «ser leonés», cual si esta condición fuera inamovible

Su sincero compromiso leonés, le ha llevado a decir públicamente que en su partido hay quien «sigue estrategias de la Junta para borrar nuestra Identidad». He ahí un político leonés, que sin eludir vicisitudes, consciente de lo histórico de nuestra identidad, la reafirma al explicar en público que no faltan quienes están tratando de eliminarla. Lo ve y ¡lo denuncia! Y lo mejor es que lo hace aquí, en la proximidad; también en la media distancia, en el ente autonómico; y más allá, no en lo más alejado, pero sí en lo más extenso, el ámbito nacional español. El eco lo tenemos que poner el pueblo, ineludiblemente, a ver si vencemos la afonía de una vez.

Romper el silencio masivo sobre lo autonómico que nos aflige, no significa salir a las calles a gritarlo, ¡que también!, algo que siempre nos ha costado un gran esfuerzo a los leoneses. Pero hay una faceta, la de ser consecuentes con la fuerza que el voto supone, para elegir a los políticos que nos representan. Quienes, luego, en vez de hablar por nosotros, siguen consignas partidistas. Sabido esto, queda claro que nos pueden engañar una vez, pero la segunda, ya es pecado nuestro su elección.

El movimiento, digamos leonesista, en un partido como el PSOE del que ocasionalmente ha presumido, tal vez hoy lo podemos constatar manifestándose dentro del ámbito legionense, en el voto políticamente interno o de partido, a favor de Diez, logrando reafirmarlo como secretario de la agrupación local.

A partir de ahí, ¿puede este apoyo interno mostrarse ante el gran público como dinamizador de un cierto movimiento leonesista? Me temo que no… por el momento. Como socialista in pectore ya me gustaría decir otra cosa, y más aún como leonesista, pero el peso partidista en éste como en todos los de ámbito nacional, es demasiado abrumador. No obstante, creo, que aporta cierto ánimo interpretar que hay algo más que rescoldo en las bases.

Lo he dicho más de una vez: nos pierde el ombliguismo, el interiorizado «ser leonés», cual si esta condición fuera inamovible. No verla en peligro, no estimarla perecerá, y no hablo de ciclo vital, sino al ser abordada por agentes externos maliciosos ya sea de manera individual o colectiva en un claro intento de anularla, es grave error no tenerlo presente. Esto en cuanto a sentimientos, pues lo socioeconómico va por otros derroteros no menos malévolos; se maneja lo leonés como propio de una Comunidad que nos ha sido impuesta, que actúa y culmina todo de modo ferozmente centralista.

El pueblo leonés, al que embozan con maniobras políticas autonómicas, pretenden también que olvide la propia territorialidad, y que sigamos ¡despersonalizados! en el ente autonómico los ciudadanos de las tres provincias. La Región Leonesa, en todas las ordenaciones territoriales que ha intentado la Junta, ha sido soslayada.

Hay un largo ítem más que añadir, si bien para la ocasión citemos la perniciosa acción usurpadora históricocultural, por omisión o trastoque, un nefasto abuso.