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He querido empezar por el final, ya que el título señala mi percepción. Un titular que me quema, de ahí que lo diga: Veo perdido al Pueblo Leonés, con mayúscula de triprovincialidad, y en parecido grado al pueblo leonés, hoy casi retrotraído al provincial de León con incrustaciones vecinas zamoranas y algunos elementos (no va el término en modo alguno como peyorativo) que se dejan notar en Salamanca.

Este pueblo leonés va decayendo en lo social, sobre lo que hoy reflexiono desde mi modesto observatorio de años, lectura serena de acontecimientos y la debida atención, me atrevo a decir que como sello perceptible de ese agotamiento, nos queda, en forma de costumbres o tradiciones, la cultura leonesa como arte de vivir perdurable y en evolución, que algunas Asociaciones, se afanan en cultivar. Hay que limpiarla de injerencias castellanas que tratan de confundirla como algo folclórico.

Es más que evidente que nuestra presencia leonesa (forzada y forzosa como pueblo) en el ente autonómico, no está participando del asentamiento comunitario ¡pero los gerifaltes dirigentes (más bien muñidores) imponen sus deseos! Aunque no lo admitan, están fracasando en el intento identitario unificado, una enorme decepción para su perseverante esfuerzo millonario, a fin de doblegar lo leonés. Por ello en el acoso a la identidad leonesa no cesan.

Qué perversión es esa de intentar anular la identidad leonesa; qué maldades son las que les trastocaban sus cerebros en desequilibrio perceptor de una realidad incuestionable: Los leoneses eran, son y serán leoneses, y no castellanos o castellanoleoneses por decreto. Por sinonimia salto a los Decreta, y lo hago con orgullo, pues nos dan, per se, presencia mundial histórica leonesa incuestionable, que la facción política castellana no sabe como conculcar dado su afán de prepotencia. He ahí otra maldad. Nunca pretendieron unir, hermanar, ¡¡siempre imponer un unitarismo castellano de superior jerarquía!!

En poco más de un mes, dos acontecimientos de distinta procedencia organizativa han venido a mostrar la incapacidad popular preocupante de lograr ir más allá de la reiterada reivindicación

Fracasaron en lo castellanoleonés. Y así entraron en la fase que pensaron definitiva, por engañosa y envolvente: castellanos y leoneses, o el mayor infundio castellano y leonés, una pluralidad que siempre trataron como unidad. Este último, lo llegaron a recoger en letra estatutaria, un engaño para incautos, puesto de manifiesto al no querer asumir que se trata de un ente autonómico ¡birregional!

Al adormecimiento ciudadano leonés, que viaja entre el sopor y la inconsciencia, fruto de fracasos contestatarios en la calle, en la actualidad se le unen posturas ideológicas transmitidas por los que se llaman políticos leoneses, que caen de plano en el colaboracionismo al servicio de la facción castellana. Algo a tener en cuenta hoy y no olvidar en el más próximo futuro de comicios municipales. No veo otra vía para revertir la situación que la reconsideración ciudadana a la hora de votar. O seguir en el declive de ser leoneses, hasta un final que algunos adivinan, otros temen y los más parecen no saber interpretar.

En poco más de un mes, dos acontecimientos de distinta procedencia organizativa han venido a mostrar en la capital legionense, la incapacidad popular preocupante de lograr ir más allá de la reiterada reivindicación. Casi una performance, que incluye personajes con distintas motivaciones y grados de comprensión bullendo entre los promotores. Así a la de más allá en el recuerdo, la sindical leonesa, proclive a la reivindicación económica y laboral, se unía el movimiento leonesista, el que saca a la calle la enseña purpurada. Un colorido que pronto se desvanece entre casi nulos resultados que aumentan el desánimo. No somos capaces de revertir las anómalas situaciones. Debido, supongo, a que no sabemos tocar la tecla de la reversión. Nos falta el, o los virtuosos, que con su liderazgo la hagan vibrar y les sigamos.

Quede dicho que no recrimino nada a los organizadores, sé el verdadero esfuerzo que hemos de hacer los ciudadanos, en especial los legionenses en este caso, y en no menor grado los leoneses provinciales, para salir a la plaza pública en modo reivindicativo. Movilizarnos es siempre una duda, llegar al éxito de 1984, hoy por hoy irrepetible, requerirá circunstancias cuasi equiparables a la conjunción de astros. Tiempo, espacio celeste, órbitas adecuadas…

El domingo 18 de junio cuando se iniciaban las fiestas en Legio, un grupo o asociación, conocido nominalmente como Conceyu Llionés, montaron un acto de pura reivindicación leonesista en defensa de la «identidá llionesa», un día para tal exaltación, quedando intencionalmente instaurado así, junto a la petición nunca olvidada de la propia autonomía leonesa, la 18. Tuvieron para tal desarrollo la anuencia o colaboración de la concejalía de cultura legionense, un buen apoyo recíproco de conveniencias. El encuentro musical por parte de distintos grupos reforzaría un acto festivo.

El encuentro identitario empezó en Botines para hacer el «paseíllo», ya clásico, por la calle Ancha, en este caso hasta el gran Lexit horizontal colocado en el suelo de la plaza de Regla. Esfuerzo valorable como positivo y nada fácil de orquestar, pero que lo he visto adornado, y no profusamente, de valores culturales leoneses que se nos van quedando en andar por casa, o dicho de otra manera, algo tan sólo asumido, con implicación moderada, como propio. Nos falta innovación para romper la barrera del «virus» que nos envuelve y nos asfixia. No tengo las claves para solventar esto, e iniciar de una vez por todas la desanexión comunitaria, y bien que lo siento.

Mi deseo, ante el peligro: ¡No asumir por impotencia el estatus autonómico impuesto!