Juan Miguel Fernández, profesor
Tándem astur-leonés
Entra en conversación con un asturiano o asturiana y pregúntale por las cualidades del Principado y de golpe te hará un recorrido de oriente a occidente para sacar a relucir desde Covadonga hasta Taramundi, sin dejar de mencionar el Prerrománico, los bufones de Pría o el Palacio de las Selgas. Haz lo mismo con un habitante de la provincia de León y te hablará de Boñar y del Bierzo, de La Bañeza y de Valencia de Don Juan y nunca dejará de resaltar La Catedral y las Médulas, las Cuevas de Valporquero y el Palacio de Gaudí.
Junta a los dos y verás que son muchas más las cosas que los unen que las que los separan. A los leoneses les divierte la pelea con las olas del Cantábrico, da igual en Gijón, en Salinas o en Llanes, adoran la sidra y el cachopo. Asturianos son muchos los viajan a León para secar, a pasar el verano o los fines de semana, se vuelven locos con el vino autóctono y con la cecina. Allá abunda el agua, aquí el sol, si se pudiésemos dar con la fórmula para conjugar ambos elementos , descubriríamos un paraíso total.
Lástima que nos separa la enorme Cordillera Cantábrica. Traspasarla fue históricamente una enorme dificultad. Aún hoy es fácil encontrarnos con quien nos puede narrar las peripecias vividas para cruzar el Pajares, el Ventana o Leitariegos.
El incierto Futuro parece que nos pude regalar la Variante de Pajares. La faraónica obra de 4.000 Millones e iniciada hace 20 años. Veamos ahora como es nuestra realidad. Pensemos por un momento lo que ocurre con un tren que circula entre León y Gijón, invierte en el trayecto tres horas y media, velocidad media de otro siglo. Otro tren procedente también de León y destino Valencia emplea menos de cinco horas. La diferencia es palpable y la discriminación ocasiona daños que todos sufrimos.
Lo que si nos trajeron Los Tiempos Modernos fue la autopista del Huerta, lo que supuso un considerable avance, pero el exagerado peaje por atravesar el Negrón ahí sigue. Pasan unos gobiernos, llegan otros y nadie nos saca de aquella graciosa concesión que hizo Cascos a la empresa adjudicataria hasta 2050. Ahora se nos presenta como alivio al viajero una especie de enrevesado juego que con suerte te puede suponer un premio como el reintegro de la ONCE.
Del ferry Gijón-Nantes mejor ni mencionarlo, ya está olvidado.
En efecto, da la impresión de que unos y otros, asturianos y leoneses, siempre llegamos tarde.