León defiende el interés del ferrocarril europeo
La política de infraestructuras de transporte con mayúsculas es una apuesta de largo plazo —la miopía es calamitosa— y no entiende de clientelismos —el caciquismo partidista es nefasto—, criterios que en los últimos años brillan por su ausencia en España. Un ejemplo lo ofrecen hoy los vecinos y el Ayuntamiento de San Andrés del Rabanedo. Me recuerda el ejemplo que dio en los años ochenta el entonces alcalde, Julio Anguita, para defender el soterramiento del AVE y la centralidad de la estación de Córdoba, consiguiendo imponer lo que era social y ferroviariamente deseable.
Con esos criterios diseñamos el PIT 2000-2010 sin exclusiones territoriales, cuyo Capítulo Ferroviario incorporó la línea de alta velocidad Madrid-Valladolid-León-Asturias, con las grandes variantes del Guadarrama y de Pajares incluidas, y con los convenios de integración ferroviaria imprescindibles que tuve el honor de firmar como ministro con los ayuntamientos de Valladolid, León, San Andrés del Rabanedo y Gijón e iniciar sus proyectos constructivos entre 2000 y 2004.
Lo que sucedió años después forma parte de los anales de los disparates ferroviarios en Europa, con el único objetivo de borrar la paternidad del gobierno de Aznar en el proyecto europeo de modernización del decimonónico ferrocarril español, cobijado en el ancho ibérico para proteger el ruinoso monopolio de Renfe. A esta ominosa etapa pertenecen la degradación y paralización de la Variante de Pajares, cuyos dos grandes túneles entre La Robla y Pola de Lena de 25 kilómetros se calaron en 2009 y llevan sin uso más de diez años; o la paralización del Metrotrén de Gijón con su túnel de más de 4 kilómetros. calado en 2007 y también sin uso alguno; o la incompleta construcción como línea de alta velocidad del tramo Valladolid-León; o la interrupción de la línea de alta velocidad a Asturias en León, mutilada con la inauguración en 2011 de una estación «término» (Ver Diario de León, 19.03.2011) que eliminaba el soterramiento en León y cancelaba la integración del ferrocarril en San Andrés del Rabanedo, cuyo proyecto se había adjudicado en 2004 (ver Diario de León, 17.06.2004).
Este es el resumen de una historia documentada, en la que despunta el protagonismo singular de la actual secretaria de Estado del Ministerio de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana—antes responsable de Infraestructuras de Adif, que preside desde 2018— que es la coautora técnica e intelectual de lo que ha sucedido. Por eso, la reunión anunciada para el día 7 de septiembre entre el Ayuntamiento de San Andrés del Rabanedo y los dirigentes de Adif y del ministerio no será fácil, como se intuye sin más que leer las insidiosas informaciones que se publicitan y se filtran desde Asturias, culpando al Ayuntamiento de San Andrés del Rabanedo de los retrasos de una supuesta inauguración del AVE a Asturias. Las difunden los voceros de quienes —por las razones al principio denunciadas— llevan 30 años boicoteando la Variante de Pajares, desde que en 1993 votaron en la JGPA, en el Congreso de los Diputados y en el Senado hasta seis veces contra la toma en consideración de la Proposición de Ley de IU que pedía la inclusión de la Variante de Pajares en el PDI 1993-2001 de Borrell.
«La política de transporte con mayúsculas es una apuesta de largo plazo y no entiende de clientelismos»
No faltarán tampoco los voceros que justifiquen la imposibilidad del soterramiento ferroviario de San Andrés del Rabanedo por las limitaciones presupuestarias, cosa que tampoco fue cierta ayer ni es hoy. En la primera década de este siglo España contaba con Fondos Europeos y el problema fue que el dinero se desvió hacia otros territorios distintos del Noroeste español en el que se integran León y Asturias, y que tradicional y sistemáticamente ha sido discriminado, en favor de otros territorios. Hoy estos mismos territorios vuelven a ser los más favorecidos, mientras se siguen recortando inversiones como las del AVE entre León y Asturias, unas veces rematando la mutilación de la Variante de Pajares de alta velocidad o cerrando la vieja línea ferroviaria convencional por Busdongo y La Perruca, y otras negando la solución original proyectada en 2004 para las integraciones ferroviarias en León y en San Andrés del Rabanedo, fundamentales para que todo el corredor hasta Asturias sea una verdadera línea de alta velocidad europea.
Me gustaría que en San Andrés de Rabanedo «los árboles permitan ver el bosque» a sus representantes. Los «árboles» los colocará el Ministerio de Transportes y el «bosque» no es otro que el ferrocarril europeo y las ciudades habitables que tenemos ante nuestros ojos y deseamos. Como señalé al comienzo, la política de infraestructuras de transporte con mayúsculas es una apuesta de largo plazo y no entiende de clientelismos miopes porque los resultados los han de disfrutar durante décadas las generaciones futuras. Las prisas y los recortes de hoy son los retrasos y los sobrecostes de muchas décadas. Si se tienen que acomodar los plazos, acéptense; pero no deben de aceptarse chapuzas interesadas y rápidas que prostituyan el proyecto de la integración del ferrocarril el León y San Andrés del Rabanedo que nos interesa a todos los españoles.