El Corredor Atlántico y la autonomía leonesa
Amanecemos el 6 de septiembre con la noticia de que los transportistas leoneses tendrán que ir a Valladolid si quieren acceder a desplazar sus vehículos y mercancías a través del ferrocarril.
Se cumple así lo que desde aquí muchos sabemos desde hace tiempo. Las promesas de unos y otros para ganar elecciones se quedan, una vez más, en el olvido más absoluto, mientras el territorio languidece entre exilios forzados de jóvenes en busca de empleo que aquí no encuentran, una población envejecida en extremo que cada vez se aleja más de la política en aras de una tranquilidad que no van a encontrar en sus últimos años y una economía cada vez más lastrada por la apuesta sistemática de otros lugares para concentrar recursos.
De esta forma, el ostracismo al que tanto el PSOE, desde el Gobierno central, como el PP, desde la Junta de Castilla y León, tienen sometida a la Región Leonesa, avanza a pasos agigantados.
Ya no se oyen las voces de algunos diputados del PSOE diciendo que cuando el PSOE gobierna, a León le va bien. Imagino que a estas alturas, o se han dado cuenta de que los ciudadanos ya no creen en sus mentiras, o que los tozudos hechos les dejan en evidencia una vez más. De los diputados del PP, no podemos ni opinar, porque la mayoría de la población no sabe ni sus nombres ni tampoco de la supuesta defensa que deberían hacer por León, para la que han sido elegidos.
El Corredor Atlántico, en su recorrido por España, de Atlántico solo tiene el nombre, ya que atraviesa prácticamente el centro peninsular (recordemos que Valladolid se encuentra a unos 300 km. de Gijón). Este corredor, que desde la administración autonómica forzaron para que pasara por Valladolid, ocultando el aeropuerto de León y la autovía León–Burgos de los mapas que enviaron a Europa, cuando allá por el año 2008 pusieron en marcha el mecanismo Conecta Europa, deja ver cuáles han sido, desde siempre, las políticas para esta autonomía de dos regiones y dos velocidades: el crecimiento y la riqueza para la región castellana y el abandono y el declive para la leonesa. Seguirán así hasta que no haya capital humano para protestar, lo que ocurrirá muy pronto de seguir esta tendencia.
En el ámbito más cercano, el autonómico, encontramos un presidente que hace oposición al Gobierno mientras desatiende a todos los niveles el territorio que gobierna. Si los incendios son cosa del Gobierno, las infraestructuras cosa del Gobierno y la oposición se le hace al Gobierno, no alcanzo a entender para qué les necesitamos ocupando cargos de cuantías escandalosas, muchas veces sin funciones, porque León y la Región Leonesa se mueren y parece que a ninguno de ellos les interesa lo más mínimo. Eso sí, cambiamos fiestas de fechas que con eso ya se solucionan nuestros problemas.
Recientemente he podido compartir mesa con el presidente de la Cámara de Vilaflor, en Portugal. Asombrado, me preguntaba Pedro Lima qué pasaba con la conexión León–Braganza y entre indignación y tristeza tuve que contestarle que desde la Junta de Castilla y León no tienen ninguna intención de llevar a cabo este tramo de carretera. Una conexión que se hace fundamental para unir el puerto de Nantes con el puerto de Oporto, en una reducción de más de 70 kilómetros de carretera para los transportistas. Una conexión que se lleva pidiendo más de 25 años, de unos 15 kilómetros de autovía cuya inversión está valorada en unos 24 millones de euros y que no es más que una gota de agua en unos presupuestos autonómicos que rondan los 12.500 millones. Siguen, sin embargo, prometiendo una y otra vez que la van a hacer mientras vemos, año tras año, todas sus vacías palabras incumplidas y cómo siguen engañando a los pocos que todavía les creen.
Ahora, otro mazazo más, viene de la mano del transporte de mercancías. Nuestra provincia queda al margen de los grandes corredores de infraestructuras nacionales y autonómicas. Ni trenes, ni carreteras, ni transporte urbano a los pueblos, ni consultorios, ni servicios… nos han abandonado con la misma estrategia que se lleva a cabo con la rana para acabar con ella: ponerla en una cazuela en agua fría e ir calentándola poco a poco. Cuando la rana se quiere dar cuenta, ha muerto abrasada por la ebullición del agua.
Así nos está pasando a los leoneses. Cada día es un grado más, un poco más de temperatura en el agua que nos está matando, para terminar con nosotros sin que nos demos cuenta.
Esta situación solo tiene una salida: tenemos que conseguir tener interlocución en las instituciones a nivel estatal y esto solo pasa por apostar por la autonomía leonesa. Con ella, llegarán los recursos económicos que ahora se están quedando en la Junta de esta mal conformada autonomía y con ellos, además, tendremos la oportunidad de estar representados como el resto de los ciudadanos de este país, en las instituciones nacionales, donde se negocian los futuros y los abandonos de los territorios y sus gentes.
Seguir así nos lleva a la desaparición. Intentar mejorar, por nosotros y por nuestros hijos, es una obligación que tenemos como leoneses. La autonomía debe llegar lo antes posible.