Agua para todos y todo el año
Para hoy lunes está convocada una manifestación de regantes en la capital leonesa con motivo del desembalse extraordinario que el Gobierno de España ha ordenado se realice, entre otros pantanos, de los embalses del Porma y de Riaño.
El asunto no pinta bien. La drástica decisión del Gobierno, amo y señor de las cuencas hidrográficas de España a través de sus confederaciones, se ha tomado, una vez concluida la extenuante campaña de regadío, para cumplir con el Acuerdo de Albufeira entre los dos países ibéricos.
El Gobierno, a través de su Ministerio de Transición Ecológica y Reto Demográfico, no dialoga con nadie. Ordena y abre compuertas, y el que venga detrás, que arree.
¿Se plantea este Gobierno que el agua embalsada en la provincia leonesa tiene desde el origen de la creación de los pantanos unos usuarios principales, los agricultores, que planifican toda su economía en función de las reservas de agua?
¿Se le pasa a este Gobierno por la cabeza sopesar que en los 24 años que hace se firmó el Convenio, la agricultura leonesa ha ampliado considerablemente, en decenas de miles de hectáreas, el territorio irrigado; y que, aunque gracias a unas cuantiosas inversiones privadas y públicas, se ha modernizado gran parte del tejido hídrico, aprovechando cada gota que se emplea, la realidad es la que es y no se contempla su adaptación en ese anquilosado y estático convenio firmado en «otra realidad»?
Desde estas comarcas ribereñas hacemos esfuerzos ímprobos por modernizarnos y continuar con nuestra tradición de cultivos de primor (lúpulo, patatas, habas, hortalizas...), pero necesitamos «también» asegurarnos el agua
¿A qué se dedican los negociadores españoles que no arguyen cuestiones tan básicas, ni apelan al ciclo de sequía en el que nos hallamos inmersos para adecuar lo comprometido con la realidad que nos toca lidiar? Cabe pensar en los trágalas que los diplomáticos portugueses le endiñaron a los «enterados y sobrados vecinos» cuando aquel otro Tratado, el de Tordesillas.
Pero la cuestión coan ser grave en el fondo y en las formas, no debería hacernos perder determinados «nortes». Veamos. Aquí, en la provincia leonesa, uno de los mayores surtidores de agua dulce de la península, regamos tres meses al año. Pero llueve y llevan agua los ríos durante los 12 meses. ¿Qué se hace por parte de las confederaciones que nos asolan para almacenar una mínima parte del agua que cae de los cielos? Nada. Absolutamente nada. Vivimos de lo que se hizo en otra época...
Ahora se nos llama y convoca a todos los regantes leoneses a la manifestación y a la solidaridad con nuestros compañeros del Porma y de Riaño. Pero no debe de olvidarse ni por nuestros compañeros, ni por los gobiernos respectivos ni por la opinión pública que la situación al día de hoy de los principales embalses leoneses de la cuenca del Duero es la sigue: Porma (un 31,63% de reservas), Riaño (un 32,02%), Luna (un 9,56%) y Villameca (un 7,4%).
Si se hace una lectura templada se puede deducir claramente que la situación (sobre todo la futura) para nuestros compañeros del Porma y de Riaño es difícil, pero para quienes nos abastecemos de Luna y de Villameca está imposible.
Hay que solidarizarse entre regantes y entre leoneses, por supuesto. Y hay que aprovechar este robo gubernamental para cambiar nuestra mentalidad de actuación. Tenemos que trabajar, luchar y defendernos en bloque. Ni agua para salvarle el culo a la siniestra ministra de Transición Ecológica (¿qué es eso? ¿de dónde hacia dónde?) y Reto Demográfico (¡¡¡hay que ver qué manera de insultar la inteligencia: salvar la cacareada España vaciada dejándola sin agua!!!), ni agua para tierras lejanas de por donde el agua pasa naturalmente, si antes hay necesidades aquí.
Desde la vega del Tuerto y la ribera del Órbigo, regadíos que hunde su historia, al menos, hace mil años, llevamos mucha energía gastada para cuestiones muy sencillas: acumulación de 100 hectómetros más en los valles colaterales del Órbigo, actualmente sólo dedicados a la masa forestal y cierre definitivo de las compuertas de la presa de Villagatón. Va para los 30 años que ese muro de cemento está ahí. Gracias a la ineficacia de los responsables de la Confederación Hidrográfica del Duero y de la Junta de Castilla y León, esa presa es un solemne monumento a la estupidez.
Desde estas comarcas ribereñas hacemos esfuerzos ímprobos por modernizarnos y continuar con nuestra tradición de cultivos de primor (lúpulo, patatas, habas, hortalizas...), pero necesitamos «también» asegurarnos el agua.
Por ello, aprovechamos esta ocasión, en la que se atenta contra todos los agricultores leoneses para recordar que somos solidarios, pero, en justa correspondencia, necesitamos que solidaricen con nosotros para alcanzar los objetivos expuestos.
Hoy lunes estaremos en León.