Diario de León
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Lo que más necesita hoy nuestro mundo es el despertar de los pueblos. Pero ¿qué entendemos aquí por ese despertar? En primer lugar, se supone que alguien que debe despertar es porque está dormido, lo que no entendemos en sentido físico, sino en el plano mental y de conciencia, en las ideas y comportamientos, en la visión de la realidad que a uno le rodea. Y esto está estrechamente ligado a la inconsciencia y la falta de conocimiento, característica general de la mayoría de los pueblos, motivo por el cual viven, en gran medida, inconscientemente, bajo el dominio de los poderes y sistemas establecidos (políticos, económicos, religiosos, etc.), los cuales no pretenden otra cosa que controlar a los ciudadanos, en especial a través del miedo (la mejor manera de conseguirlo), y ocultando la verdad.

Por eso, este despertar ha de llevar a los pueblos a liberarse de todos los miedos, a conocer las injusticias y engaños, los abusos y privilegios de la mayoría de los que gobiernan. A conocer realmente sus fortunas, dinero en paraísos fiscales, etc., todo ello proveniente del erario público, lo que los gobernantes tratan de ocultar y falsear, ante unos ciudadanos pasivos que no se atreven a rebelarse —por miedo y temor— ante semejantes injusticias y abusos. Y de parte de los poderes dominantes, lo que pretenden, es controlar y manipular a esos ciudadanos pasivos e inconscientes de la realidad, para que sean sumisos, y obedientes a las decisiones de los gobernantes, que siempre se presentan como los «salvadores de la patria».

Pero ¿por qué los pueblos no se oponen a ser controlados de esta forma abusiva y engañosa por los poderes instituidos, y no se rebelan? Podríamos decir que su propia inconsciencia (y en buena medida, también ignorancia) no les permite ser plenamente conscientes de vivir bajo los engaños y abusos del poder. En segundo lugar (y esto es muy revelador de la situación actual de nuestra sociedad), los pueblos tienden a estar y vivir con «la mayoría», pues no se atreven a salirse del carril que marca esa mayoría de la sociedad, ya que «si rompes el consenso social te consideran loco y te marginan». Esto traería consigo muchas dificultades, problemas y dolores, por lo que es preciso ser muy valiente para llevarlo a cabo. Por eso se dice que el verdadero despertar es solo para los valientes y decididos.

Sin embargo, en esta ruptura y esta valentía consiste el verdadero despertar y de conciencia, en abrirse a una nueva visión de la realidad, en la cual el ciudadano no es ya un objeto pasivo, sumiso y obediente, sino un sujeto activo y libre que toma sus propias decisiones, y no las que emanan del poder y del comportamiento de la mayoría. Es entonces cuando el ciudadano comienza a ser libre e independiente, porque ha desarrollado una verdadera conciencia y una verdadera responsabilidad, características de todos los ciudadanos libres e independientes.

De todo ello se desprende que el despertar de la conciencia, junto al sentido de libertad y de responsabilidad, es lo que más necesitan los pueblos del mundo, en estos momentos. Es a la vez la base de la verdadera educación, como ha sido reconocido por los grandes maestros, filósofos, sabios y místicos de Oriente de todos los tiempos, y en Occidente, por científicos de la talla de Einstein, D. Bohm, F. Capra, etc. Por eso, se considera que la meta de la evolución humana es el desarrollo y el despertar de la autoconciencia, es decir, el verdadero conocimiento de uno mismo. Esto está lamentablemente muy lejos de la educación tradicional, dominante aún en los centros educativos.

Por eso, esta situación no cambiará mientras los sistemas educativos actuales estén vigentes, pues no permiten desarrollarse a los seres humanos como tales, sino solo como meros agentes pasivos y obedientes a los sistemas establecidos. Es bien sabido que la mayoría de los seres humanos viven, hoy, en la inconsciencia, y por ello, dormidos, lo que quiere decir que no son conscientes de sí mismos ni de lo que les rodea. Por ello, la humanidad actual vive aún en etapas primitivas, dominada y guiada por poderes externos a ella, porque no sabe aún guiarse a sí misma. Solo cuando adquiera un mayor conocimiento y nivel de conciencia, podrá ser libre e independiente, y no necesitará guías externos que dirijan su vida. Por eso es tan necesario llevar a cabo una nueva educación que ayude a los seres humanos a conseguir estos objetivos, a ser verdaderamente responsables, libres e independientes.

De cuanto hemos dicho, el desarrollo del sentido de responsabilidad toma una especial relevancia, ya que supone desarrollar la sensibilidad y la conciencia ante todo lo que acontece en la vida y despertar al ritmo de la vida. Una persona sin responsabilidad es un ser inconsciente, dormido, guiado exclusivamente por sus instintos egoístas primarios; y por tanto, necesita alguien que le dicte lo que debe hacer y le guíe. En cambio, cuando un ser humano ha desarrollado esa responsabilidad, junto al sentido de libertad, no necesita que nadie venga a dirigir su vida, pues su conciencia será el mejor guía y juez de sus actos libres y responsables, y nadie podrá engañarle. Ha despertado.

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