San Marcelo, centurión, mártir y patrono
La capilla se levanta en la calle Ancha. En el mismo lugar que ocupó en tiempos pasados, por no decir en remotos siglos, la vivienda de San Marcelo, centurión de la Legión VII Gémina y mártir por confesar sus creencias cristianas. «No lejos de esta iglesia (se refiere al templo de San Marcelo) hay un pequeño oratorio, —dice el P. Risco, [ España Sagrada , Tomo XXXIV, pg. 350]— cuyo sitio es reverenciado por los devotos legionenses, que desde tiempo inmemorial tienen la tradición de haber estado en él la casa de su Santo Mártir y conciudadano Marcelo».
El oratorio lleva el título de Cristo de la Victoria, por evocar este lugar el triunfo de la Cruz sobre el paganismo de aquellos legionarios de Roma que tenían en este enclave una estatua de la Victoria, de oro macizo, a la que hacían sus ofrendas. La portada actual de esta capilla es neorrománica, (1884-1893). Obra del arquitecto diocesano Demetrio de los Ríos, es una réplica de la portada del Perdón de la Basílica de San Isidoro, situada en el crucero sur y atribuida al maestro Esteban. Las rejas que preservaron durante años la entrada, hoy desmontadas, son copia de las existentes a ambos lados de la torre de la iglesia de Nuestra Señora del Mercado, fijadas en el último tercio del siglo XII.
Solo tres días al año se abre la capilla: el lunes siguiente a la Pascua de Resurrección, por conmemorarse el aniversario del traslado de las reliquias del santo desde la ciudad de Tánger a nuestra ciudad, hecho acontecido el 29 de marzo del año 1493, hace quinientos treinta años; el día 24 de junio, fiesta litúrgica del señor San Juan, dicho a la vieja usanza; y el 29 de octubre, festividad de San Marcelo, patrono de la ciudad de León, solemnidad esta última que tiene tan limitado relieve en el imaginario popular que bien puede afirmarse que su memoria apenas se limita al ámbito piadoso.
De acuerdo con el Martirologio Romano, Marcelo hizo testimonio público de su adhesión al catolicismo durante la fiesta conmemorativa de los natalicios de los emperadores Diocleciano y Maximiano Hercúleo, imperantes en Oriente y en Occidente, respectivamente, que ocupaban el solio de Augusto en forma de diarquía. Era el 21 de julio de 298. El lugar de su confesión no fue otro que el solar de la iglesia erigida en su memoria, muy cerca de la antigua ‘porta principalis dextra’, (puerta principal derecha), uno de los cuatro accesos que tenía la muralla romana, donde luego se erigió la Puerta Cauriense, situada entre el café Victoria y la Diputación Provincial.
Por esta declaración, siete días más tarde, Marcelo es encerrado en una oscura mazmorra. Juzgado y martirizado posteriormente en Tánger, allí es ejecutado el 29 de octubre del referido año. La comunidad cristiana de aquel lugar dio a su cuerpo piadosa sepultura. Según se relata, antes de ser decapitado, el Santo Centurión se dirigió al presidente del Tribunal en los siguientes términos: «Gracias, Agricolao, Dios te pague el bien que me haces».
Marcelo, aguerrido legionario adscrito a un escuadrón de la Caballería Astera de la señalada Legión VII Gémina, estaba casado con la virtuosa Nona o Nonia, que con ambos nombres se la conoce, y al igual que el bíblico patriarca Jacob, engendró doce hijos: Claudio, Lupercio, Victorico, Facundo, Primitivo, Emeterio, Celedonio, Servando, Germán, Fausto, Januario y Marcial.
De todos ellos, sin lugar a dudas, los más conocidos en la vida local son los tres primeros, Claudio, Lupercio y Victorico, martirizados y sepultados el 30 de octubre del año 303 en el mismo término de su inmolación, junto a la primera iglesia de cristianos de nuestra ciudad, es decir, donde fue erigido más tarde el desaparecido monasterio benedictino de San Claudio.
Casi doce siglos más tarde, el 28 de agosto de 1471, en la batalla de Arcila, Alfonso V de Portugal conquistaba Tánger, donde se encontró una tumba en cuya lápida se leía: «Marcellus, mártir legionense». Como dije antes, el 29 de marzo de 1493, Sábado Santo, sus restos mortales llegaban a León, por iniciativa del rey Fernando el Católico, el Cabildo Catedralicio y el Concejo leonés. El próximo 2023 se cumplirán quinientos treinta años de esta efemérides. El citado monarca se desplazó a nuestra ciudad para presidir los actos organizados con motivo de la referida venida, haciendo su entrada por la calle de Puerta Moneda.
La citada traslación a nuestra ciudad desde tierras africanas implicó el derribo del antiguo templo románico advocado por el Santo Legionario. En 1588 se pusieron las primeras piedras de la nueva iglesia. Las obras se concluyeron en 1628. Tan largo fue este proceso que hasta la misma Pícara Justina [1991, p. 278] dice al respecto: «es una iglesia que ha años que está comenzada a hacer de por amor de Dios, y porque no se acabe tan buen amor, no se acaba la obra». El año anterior, 1627, el cuerpo del Santo Centurión fue trasladado desde la S. I. Catedral a la nueva iglesia. Fue el último año en que se tiene noticia de que se jugaron cañas en León. [María Isabel Viforcos Marinas: La Asunción y el Corpus de fiestas señeras a fiestas olvidadas, León, 1994, p. 63].
La imagen de San Marcelo, encargo del regidor leonés Ramiro Díaz de Laciana y Quiñones a Gregorio Fernández, mediante contrato suscrito el 19 de febrero del indicado 1628, se venera en la hornacina central del retablo principal de la citada iglesia. La talla luce indumentaria del siglo XVII. Y está escoltada por las efigies de su esposa y sus doce hijos, talladas en 1622 por Santiago Velasco. Debajo del altar mayor, un arca de plata realizada en el predicho 1627 por el orfebre leonés Hernando de Argüello, custodia las reliquias del santo centurión,
El capítulo XXX de las Políticas Ceremonias del Marqués de Fuente Oyuelo, dispone que en la festividad litúrgica de San Marcelo, el Ayuntamiento de León «se junta en la Catedral, y el Cabildo de ella sale en procesión y va a la iglesia parroquial de este glorioso Santo, que goza su inestimable cuerpo, y allí se dice la misa con toda solemnidad, y la Ciudad se sienta con el Cabildo en la misma forma que va dicho en los días de sermones y letanías; vuélvese a la Catedral, adonde se da fin a la función».
Desde muy lejanas calendas, cada 29 de octubre el Ayuntamiento de León y el Cabildo Catedralicio honran la memoria de San Marcelo, que es el patrón de esta antigua Corte de Reyes. Desde el 25 de enero de 1983, lo es también de la Policía Local legionense.