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Se conoció la dimisión de Carlos Lesmes propiciando el pánico en Moncloa, con motivo de la tan traída y llevada renovación del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ). Pero era lógico. Tanto PSOE como PP, han tenido en sus manos lograr una negociación que llevara a buen puerto. No había manera y ha tenido que ser Bruselas otra vez Bruselas, quien ponga orden en el asunto. Poner orden significa que Sánchez y Núñez Feijóo, deben ponerse el mono de trabajo y... a trabajar. Pero ahora en serio.

Esa es la diferencia. Hasta ahora Bolaños y sus frases no se apartaba de que no había nada que negociar y que había que ser obedientes con la ley.

Eso, se asemeja mucho al ratón y al gato. Una vez más y van tropecientas, Europa, se parte de la risa, se ríe con nuestros ridículos. No tiene buena pinta la solución final a este tema, complicado donde los haya, por la ineptitud de las cabezas pensantes de los políticos que parece, solo parece, que no saben por dónde se andan. Es triste la situación pero es real. Tanto el presidente como el ministro Bolaños forzaban la máquina, presuponiendo que tenían ganado el partido.

Pero ha sido dimitir el presidente Carlos Lesmes, y han comenzado a moverse, pues les va mucho en ello.

Eso significa que cundo piensan que tienen la sartén por el mango, todo va sobre ruedas pero cuando la situación se complica, no saben dónde meterse.

Cada vez que habla, necesita incorporar en la conversación, venga o no venga a cuento, al Partido Popular. Y nunca en tono positivo, por cierto

En todo caso, una verdadera pena. Y es que la aparición del ministro Bolaños y la responsabilidad adquirida sobre temas populares, es algo que le priva y le encanta aportar soluciones, o sea las soluciones que él piensa son las correctas, cuando realmente actúa un poco como corre, ve y dile del presidente mentiroso.

Han estado jugando PSOE Y PP con la más que necesaria renovación del CGPJ, pero, ya digo, ha tenido que ser Europa quien nos está obligando a hacer los deberes de verdad. Y eso es algo, que no le hace mucha gracia a nuestro Gobierno, quien gusta de tomar decisiones y después sorprenderse con las objeciones de Europa.

Hace nada, ha saltado a la palestra, el tema de la exhumación de los restos de José Antonio Primo de Rivera. Esta gente no para de exhumar en cuanto tienen un rato libre. Pues bien, la propia familia de Primo de Rivera, adelantándose al Gobierno ha solicitado hacer ellos la exhumación, de forma íntima y familiar para no organizar un espectáculo esperpéntico como ocurrió cuando se hizo la de Franco.

Viene esto a colación que no sería de extrañar que esta operación, de haberla hecho el Gobierno, habría sido dirigida por el ministro Bolaños, qué feliz sería este hombre si presentara un programa de tv, dedicado fruslerías como muchos que existen en la actual televisión.

El ministro Bolaños, que no tiene un palmarés presumible de varias operaciones que ha liderado, es un hombre que, cada vez que habla, necesita incorporar en la conversación, venga o no venga a cuento, al Partido Popular. Y nunca en tono positivo, por cierto.

Ahora, seguro que le retiran de su participación en el asunto del CGPJ, y se hará cargo de él, el propio presidente del Gobierno. Eso no evitará que él, Bolaños, y de forma marginal, nos deleite con declaraciones que intenten arrimar el ascua a su sardina, esgrimiendo argumentos que, con seguridad alguien le tendrá que corregir y enmendar.

¿Pero por qué este hombre no se queda un poco tranquilo, cumple con sus obligaciones de ministro de la presidencia y hace algo para peinarse un poco mejor?

Tampoco es mucho pedir, ¿verdad?