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Publicado por
Manuel Moreiro
León

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Como Dios la trajo al mundo. Ay, no, no, por Dios, no, no. Cómo pudo ser… cantan los veratos de Jarandilla mientras se cagan en Dios con cariño elevando a su Virgen de Sopetrán (aquella robada en Guadalajara de España, que no de la Antioquia colombiana), o algo así. Es dicho recurrente y popular por aquél pago.

En el caso de la aristócrata en cuestión al mundo la trajo su madre, La China, sin duda de algún padre, según se explica Tami en entrevista mejicana o mexicana en la tele de allí, años ha, allá donde los machos y los matarifes.

Seguramente se trastabilló, es algo humano, pues que su padre fue reconocido caballero, no lo dudo por lo que vi y escuché, y su mami es calificada en la España como se ha dicho, a sabiendas de su procedencia exacta que, chica, te diré que es hábito en este país, como en otros, bautizar a cada cual metafóricamente. Esto sí, la influencer, la comunicadora de moda (una de ellas) a tal fin hizo Comuniqueisons con los gringos. Que.., menudo. Como sermonera de relumbrón y ocasión —entre otras, ya lo indiqué—, anda en el revisteo científico de las consejas y las recomendaciones urbi et orbe desde su sapiencia bien tallada y con su natural talento, una vez ha superado una miaja su connatural expresión lingüística a base de logopeda o de quien fuere. También anda por los platós de las televisiones, invitada para instruirnos con su glamur y su cosa; programas de los debates sobre los asuntos del día a día, en torno a los fundamentos inmanentes, incluso en lo trascendente.

Opinan en esas ágoras verbi gratia sobre las drogas y sus terribles y espantosas consecuencias, dicen sobre el alcohol, el tabaco, la cocaína, la heroína, el cannabis, el pegamento, y los etcéteras habidos, desmarcándose de las deleznables adicciones que suponen la suma intolerancia, el fanatismo al uso en ideologías políticas, en las deportivas, añadiendo todos los integrismos religiosos; y los persistentes intentos de los tertulianos por incrustarlas en las personas, con hisopo o mediante ululantes reconvenciones a los humanos todos. ¿Y si la vida te viene adversa, Tamara, cómo lo encajas?, pregunta sagaz la reportera.

Puesss, quien a Dios tiene nada le falta, solo Dios basta, expresa de seguido y por inercia la iluminada Tami, dispuesta a predicar los catolicismos por los frívolos ambientes de su entorno. Esto a mayores de bajo firmar sus diseños de moda en ropa femeninal, vaya historieta (al fin no problema; hay rebaño para el éxito): Camisas con dos braceros, pantalones con dos perneras, colorines sin control, glamur y la jetapálida de la diseñadora. Aunque, no siempre.

La Tami ha cogido carrerilla y se ha tirado al monte de las cruces sin olvido, puede ser que alentada —o también alentada— por su actual señor padrastro, estupendo escribidor, perulero verborreico y consiliario in péctore anulado en su día por sus paisanos cuando cruzó guantes con rivales políticos y con la ciudadanía para dirigir los destinos de su tierra.

Olvidados quedan para la señora marquesa (señorita digo, señorita o monjita) las malditas escaramuzas nocturnas en la conducción de automóvil por la avenida Pablo Iglesias (Posse) del Foro español. Claro, damisela borjamari, el comunismo es lo peor. ¿Cuál, qué dice, en qué versión?

Que los humanos no habemos sido capaces de implementar ese sistema es evidencia (la nomenklatura, la codicia, la incapacidad humana en colectivo, aparte la carencia grupal, e individual, para la magnificencia), abriendo camino a las supuestas democracias, asimismo, al todo vale (si no va contra mis intereses) y al sálvese quien pueda que la marquesa devenida en consagrada defiende, una vez ha leído y asimilado —intuyo— La Sagrada Familia, concluidas y arrumbadas El Capital y El Manifiesto Comunista.

Un comunista, cualquier izquierdista, todo rojo, debe ser por norma un mendigo. Esa es la idea del neoliberalismo, de los neocón (también existe el liberalismo progresista, señora, la socialdemocracia, que es liberal, ya usté sabe, mi amiga, a pesar de las persistentes soflamas de los y las políticos de su cuerda, los enterados de la Historia de España). Laus Deo. Jeromo, opinante en llano, inquiere cómo es que Dios nos hizo y para qué. Si le aburría su omnipotencia podía haber elaborado otros seres, no para jugar con ellos y juzgarlos en espantosa, cruel y grotesca escena final (¿?).

Jero, filósofo de base y admirador de vinos y del pan de hogaza con chorizo de León, pregunta cómo es que Jesús, el Cristo, el rabí que murió en cruz —como tantos otros en diferentes lugares— vino a decir que el que no estuviera con él estaba contra él (lo más de la intransigencia, lo próximo a la tiranía); ah, también gusta decir Jeromo que lo de la mano izquierda con la mano derecha y su desentendimiento que sí, que define muy bien a los cristianos, sobremanera a los católicos en su organización.

Ay, este Jeromo. El ensotanado respondería —voz impostada, cinésica resignada—: «Jesús, en aquella ocasión, vino a decir…». Las sotanas interpretan los escritos como las otras sotanas interpretan las palabras de las leyes y, según genealogues, tengas o provengas, diagnostican sentencia. Que hay donde escoger.

Mas no tema la caritativa firulí, lurditas venerable de foto y plasma (que haya muchos pobres, que los haiga, para ejercitar la caridad, por Dios, para justificar la riqueza omnímoda, abrazando a Friedman y a Malthus, a la Thatcher y a Trump, sin acercarnos a los tiranos pistoleros ya sabidos —aun de bandos opuestos—), que no trataremos asuntos de la patrística ni de muchos teólogos, no, no, ni Duns Scoto, ni Teilhard de Chardin, ni el de Aquino, ni siquiera el padre Díez Alegría y su creencia en la esperanza.

En el catolicismo: Ahora creo este dogma, ahora derogo esta antigua creencia, ahora digo, ahora quito, oremus, amén. Vaya, ahora es festividad en el santoral católico de San Carlos Borromeo, a saber patrón de la banca, sin especificarse si lo es de los banqueros o de los bancarios, o si también lo es de la usura y de los tejemanejes financieros. Beatífico parné.

Su caridad la marquesa, que cocina de chef de altura y que ganara un programa de la tele entre competidores de igual a igual, pues resultó que al final el jurado lo presidió el prestigioso cocinero que la formara en sus fogones de cumbre y de mucha pasta durante un buen tiempo, algo similar a lo de aquella pava —de la tele, también— que con andares de duda ganase otro programa competitivo, en ese caso de baile; pues, que su caridad, ante esta fecha, ¿qué nos recomendará? Culto religioso al canto, ¿de dulía, de hiperdulía, o de latría?

Cuando aparece la perdición, llega la superstición.