Villafranca merece Las Edades del Hombre
Nos morimos de amor por Villafranca, pero no somos muy conscientes de que tenemos entre nosotros, en el Convento de las RR MM Clarisas de la Anunciada, el cuerpo incorrupto de un santo, de San Lorenzo de Brindis. ¿Hay algún pueblo del Bierzo con reliquia tan reveladora? Todos los años, todos los días, pasan muy cerca de aquí cientos de peregrinos que van a Santiago de Compostela, mas, por culpa de la negligencia informativa, siguen su camino sin mirar a la izquierda, sin caminar por La Rúa Nueva esos cien pasos que llevan hasta su Santo Sepulcro.
«El día 10 de agosto de 1619, entre siete y ocho de la tarde, entraba por las puertas de la ilustre villa de Villafranca del Bierzo una carroza con el sagrado cuerpo de San Lorenzo de Brindis, capuchino fallecido algunos días antes en Lisboa. Desde entonces santifica un hermoso altar en la majestuosa iglesia del Convento de la Anunciada de las RR MM Clarisas. Entre los muchos milagros que han producido sus santas reliquias, me place narrar el siguiente: ‘Como notario de Vega de Espinareda (León), y bajo la fe del cargo, quiero referir un hecho extraordinario que se debe a la intervención de San Lorenzo de Brindis. El día 9 de mayo de 1905 dio a luz mi mujer, María Arias Valcarce, una niña en el pueblo del Valle y Tedejo, Ayuntamiento de Folgoso de la Ribera. No obstante su naturaleza robusta, pronto se pudo observar que la niña tenía algún padecimiento, porque ni dormía ni engordaba, y, poco a poco, se quedaba extenuada. Consultado el caso con los médicos de Madrid, Páramo del Sil y Vega de Espinareda, señores Peña Vuelta, Arias Prada y Casas Becerra, llegaron a convenir en que el padecimiento de la niña era un catarro intestinal, adquirido en el claustro materno, y que pondría fin a su vida. Por espacio de un año se le suministraron toda clase de medicamentos sin observar nada favorable, llegando a ponerse tan grave que el día 5 de agosto de 1906 el médico se marchó diciendo que era cosa muy rápida su muerte.
Apenado con esta noticia, escribí a la entonces Superiora de la Comunidad, para que la encomendasen al Santo de Brindis, y esta señora mandó al criado con la reliquia, para que se le colgase del cuello a la niña. Era el día 28 de Agosto de 1906, a eso del oscurecer, cuando llegó el criado a esta casa, e inmediatamente rezamos una oración al Santo, se puso la reliquia a la niña, y al poco rato sobrevino el sueño, pasando toda la noche sin despertar, cosa que, desde el día en que había nacido, no sucedió.
Al siguiente día, el semblante de la niña era risueño y tranquilo, a pesar de su extenuación, y su madre arrojó todos los medicamentos, contentándose con la santa reliquia, y fue mejorando día en día visiblemente hasta quedar completamente sana. Por todo ello hicimos una fiesta en acción de gracias, y constantemente rogamos a San Lorenzo de Brindis, de Villafranca, para que nos conceda su protección. Manuel Díaz Porras-Vega de Espinareda, 14 de Junio de 1908’».
Ahora, en estos tiempos de tanta mediocridad solemne, la gente no cree en los milagros, pero sí existen: yo estuve una vez en Santiago de Compostela (o de «compóntelas como puedas»), e non chovía.
En la monumental y artística Villafranca, bajan los peregrinos desde la Puerta del Perdón (que permaneció cerrada durante muchos años hasta que en 1948 un grupo de miembros de Falange Española hizo este Camino Francés y, al llegar hasta ella y verla cerrada «a cal y canto», animó a los vecinos y a varias personas de relieve para que la recuperaran. Así nació la Cofradía de Nuestra Señora de las Angustias y de los Caballeros de Santiago, que se encargó de restaurar el edificio y de derribar el muro que la tapiaba.
Hubo aportaciones económicas de los particulares y también del Ayuntamiento y de la Diputación. Finalmente, fue reinaugurada oficialmente en 1962), dejan a la izquierda el Castillo y pasan de largo sin poder contemplar el altísimo Ciprés de la Anunciada. ¡Quién le iba a decir a la «rebelde» fundadora del magnífico convento (que se fugó del Castillo de Corullón), doña María de Toledo y Mendoza (nieta por línea materna de los Marqueses de Mondéjar, hija de don Pedro de Toledo-Osorio, quinto Marqués de Villafranca, gobernador del Milanesado, capitán general de las Galeras de Nápoles, duque de Fernandina, príncipe de Montalbán, conde de Peña-Ramiro, condestable de Castilla, consejero de estado de Guerra), que aquél frágil y delicado ciprés, plantado con sus propias manos en lo que fuera antiguo Hospicio de Santiago y hostal de peregrinos, iba a superar 36 metros de altura (11 más que el famoso del Monasterio de Santo Domingo de Silos, cantado por el poeta Gerardo Diego) y permanecer aquí (en la que luego, en la ficción literaria, sería la postrera penitencial morada de la Diosa del Cúa), más de 416 años dando cobijo a cientos de miles de pajarillos bajo la advocación de Santa Clara de Asís…!
Villafranca, aunque sólo fuera por San Lorenzo de Brindis, la Anunciada y el Ciprés, bien se merece la celebración de Las Edades del Hombre. Aquí, a orillas del Burbia y del Valcarcel, sabemos, desde hace muchos siglos, que Jesús de Nazaret, sin ser un gran erudito ni exhibir títulos académicos, es el personaje más sabio, bondadoso e influyente de la Historia de la Humanidad, gracias a la inspiración divina.
Si las altas jerarquías de más allá del Manzanal conocieran la Historia de Villafranca, su sentimiento, sus monumentos y sus artísticas imágenes sagradas, no cometerían la injusticia de negarnos la magna exposición de arte sacro que pedimos. Hay «ignorancias» y «desprecios» que sólo se pueden tolerar con la altísima resignación cristiana.
Además de nuestro impresionante patrimonio religioso, ¿Quién ha visto en El Bierzo, en León, en España, en Europa, en el Mundo tres monumentos permanentes a la Libertad...?
Esto sólo ocurre en mi pueblo, en Villafranca. Los villafranquinos tenemos una Calle de la Libertad, una Fuente de la Libertad y una Plaza del General Prim. Nosotros caminamos por la Calle de la Libertad, nos quitamos la sed en la Fuente de la Libertad y celebramos Ferias y Fiestas en la plaza del liberal Prim.
Del año 1868 es nuestra Fuente de la Libertad, dieciocho años más antigua que la famosa Estatua de la Libertad de N.Y (que es de 1886), y cien años antes que el renombrado «Mayo Francés» de 1968.
«Si alguna vez me quejo no es por mí, es por vosotros».
«Los únicos castillos que me encanta visitar son los levantados en el aire».
«Por cada cosa que sé hay al menos un millón que ignoro».
Quien esté libre de culpas...
Con toda Burbialidad.