El PP y los eólicos
¿Algún político del PP considera que la salvaje invasión eólica es positiva para sus territorios? ¿Considera alguno que la que la barbarie eólica y solar que se pretende beneficia en algo a los ciudadanos de su tierra que los han votado y concedido el poder? ¿Puede alguno decir que es honrado con sus votantes, y que cumple el compromiso jurado de su defensa, al promover o permitir semejante allanamiento eólico que va a degradar y a empobrecer de forma irremediable a su territorio y a su gente? ¿Puede alguno negar que este escandaloso plan renovable va a significar un saqueo y una ocupación y que va a llevar a las propiedades de esas comarcas a la radical pérdida de valor? ¿Y que implicará la desaparición de oportunidades y de puestos de trabajo y que los conducirá a la despoblación y a la muerte definitiva de esos pueblos? ¿Puede alguno disimularlo y ocultarlo?
El PP ostenta el terrible pódium de gobernar las dos comunidades más degradadas por la implantación eólica: Galicia y Castilla y León. Ambas, ya ven asolados por ello sus entornos del más alto valor ecológico, paisajístico y turístico, en un desprecio sin precedentes por el territorio que gobiernan, por los valores naturales llamados a ser la clave de su desarrollo presente y futuro, por el porvenir de sus gentes y por la viabilidad de sus poblaciones. En una complicidad sin precedentes con el Gobierno de PSOE-Podemos, colabora con el siniestro Plan Eólico y Solar, admite inundar sus territorios de molinos y acepta las posturas descaradas de Bildu y Esquerra, que manifiestan con una arrogancia repugnante querer sus territorios libres de eólicos y que deban ser Galicia y CyL quienes los soporten.
CyL y Galicia ya son exportadoras netas de «energía verde», tan pobre es su tejido industrial y su consumo. Y aun así, miles de nuevos molinos gigantescos están en fase de implantación, aumentando el desastre y arruinando los enclaves más puros y mejor conservados que restan. Desde esos gobiernos autonómicos, imploran por más proyectos de parques eólicos, los solicitan, ansían más «inversiones». Quieren ser «una potencia en energía verde», anhelan que se proyecte «un gasoducto para exportar hidrógeno verde»,…. «La Xunta —de Galicia— saca en dos meses tantos parques eólicos como los seis años anteriores juntos» (Faro de Vigo 13/01/23). Coyuntura tan absurda remueve en el aire el hedor a corrupción de la famosa «Trama Eólica», que salpicó en CyL a altos personajes de la Junta y donde la autoridad judicial no dudó en señalar «malversación», «falsedades en documento público», «tráfico de influencias» y «blanqueo de capitales», entre otras podredumbres. El PP está obligado a apartar de sí esa sombra. Si le restara algo de dignidad, ha de hacerlo.
¿Es ese el plan de futuro del PP para su tierra? ¿Es el de exportar energía, por cuenta de empresas foráneas, que no deja riqueza alguna y que no crea puestos de trabajo? ¿Y lo es a sabiendas de que significa un crimen ecológico sin comparación, que atenta contra la biodiversidad, que empobrece y vacía a las poblaciones y que arruina el turismo? Acaso, ¿no debería ser su obligación potenciar industrias que se basen en las ventajas locales, que transformen y que creen puestos de trabajo, valor añadido y riqueza, que fijen población, que impliquen posibilidades de desarrollo y que combatan el vaciado de las comarcas?
Estamos ante una avalancha eólica que el Gobierno central lanza de forma masiva contra nuestras montañas, contra nuestro paisaje y contra el mundo rural, a cambio de nada y saltándose toda cautela de Impacto Ambiental, algo inédito en Europa. Se atreven a arrasar entornos como Ancares o La Cabrera, de una belleza sobrecogedora, que todo país civilizado cuidaría como joyas naturales, humanas, etnográficas y ecológicas que son.
El gobierno autonómico lo acepta, lo festeja y lo aplaude, en armonía con Madrid. ¿Dónde ha quedado la honradez? ¿Dónde el compromiso con el desarrollo pleno de los representados, la sincera entrega a mejorar las expectativas de sus pueblos? ¿O serán sólo conceptos risibles y los ciudadanos nada más que seres de los que burlarse? Cuentan el cuento de la «descarbonización», sumándose al discurso hipócrita y agorero de la funesta Agenda 20-30, impulsada por los plutócratas del Imperialismo mundial, que tienen la osadía de llamarse «filántropos». Ahí el PP se muestra muy en concordancia con el PSOE y con Podemos, muy cómplice.
Insisten en el discurso obedientes y pretenden convencer a las gentes de la minúscula Castilla y León de que es un «sacrificio necesario» para una «Transición Energética Justa» y para «Salvar el Planeta». Ocultan, por ejemplo, que toda Europa es responsable sólo del 7% de las emisiones mundiales, con lo que la repercusión de CyL es infinitesimal. Y ocultan que hay comunidades en España, con tal poder sobre el Gobierno central, que se niegan y que no van a instalar macroparques eólicos. Engañan.
La gran maniobra de especulación y saqueo del Plan Eólico cubre el ambiente de una neblina de dinero, de sospechas de compra de voluntades. Y las numerosas puertas giratorias en las eléctricas, con sueldos de escándalo, generan turbias expectativas. Recientemente, el consejero de Medio Ambiente y Organización del Territorio —importantísimo y determinante departamento, que depende del PP— participó en un foro compartiendo mesa con representantes de las grandes empresas eólicas que van a descuartizar precisamente el «Medio Ambiente» y el «Territorio» de Castilla y León, sin cortapisas y con todas las facilidades. Si no es un compadreo, se parece mucho. Comparten intenciones y entusiasmo los ocupadores con los que han jurado proteger a los ocupados, cuando los intereses deben ser, necesariamente, opuestos.
Aunque sea predicar en desierto y a sabiendas de que los nuevos líderes del PP comulgan con la funesta rueda de la Agenda 20-30, cabe reclamar a los dirigentes autonómicos de CyL un destaque de honradez. Están por juramento obligados y es ahora o nunca. La destrucción irreversible del territorio y de su medio ambiente, la degradación definitiva de la anatomía de su Comunidad y el «sacrificio» de los pueblos y sus gentes son del tipo de líneas que no se han de cruzar. Deben evitarlo con toda su fuerza ¿O no lo consideran así? Se trata sólo de distinguir entre lo que está bien y lo que está mal. Seguro que saben discernirlo. Entonces, están obligados a salvar a CyL de la barbarie eólica.