Pedro I, el mentiroso
En la historia de España hemos tenido reyes que se denominaron Pedro. Entre otros, Pedro I el Cruel. Era frío y vengativo. Persiguió con saña a quienes amenazaban su poder. Su hermano bastardo, Enrique de Trastámara, lo mató con sus propias manos en Montiel.
Pedro IV el Ceremonioso, también llamado, el del Puñalete, por el puñal que llevaba siempre consigo.
España tiene un Pedro en el gobierno y por sus fechorías, felonías, traiciones y mentiras ya algunos, el periodista-comentarista, Luis del Val, lo ha calificado con el apodo de, Pedro I, el Mentiroso. Ya sabemos que los políticos, en su mayoría, mienten. El que tenemos en la Moncloa, gobernando este país, es mentiroso compulsivo. Por supuesto, tiene algo de su homónimo: ser frío y vengativo, avaricioso y hasta paranoico Ya sabemos que persigue con saña a quienes amenazan su poder. Los defenestra y, si es la oposición, el insulto refinado es su estrategia, dado que nunca contesta a las preguntas. Como se dice: sale por los cerros de Úbeda.
Ya sabemos el dicho: miente más que habla. El que miente lo trae escrito en la frente. Dice Aristóteles que el castigo del embustero es no ser creído, aun cuando diga la verdad.
Pedro I, el Mentiroso, es objeto de análisis de sicólogos e, inclusive, de psiquiatras. Su personalidad llenará de tinta la historia. Ningún presidente ha tenido España que sea es objeto de análisis como el actual. Hay ya bastantes estudios de su persona, de su personalidad, de su figura tanto extrínseca como intrínseca. Pilar Enjamio, psicóloga, dice de Pedro Sánchez: nada mejor para definir a Pedro Sánchez que el mercadeo político, el charlatán de feria que vende las virtudes de un producto inexistente para venderlo y engañar. Sánchez es la mayor estafa política, el que se va con los de la feria y vuelve con los del mercado.
No, no es bipolaridad sino carencia de ética y de vergüenza con complejos y frustraciones del pasado al no conseguir nunca ser número uno sino segundón. Conocedor de que en elecciones no sería Presidente, aprovecha una moción de censura para serlo y llegar a La Moncloa.
No destaca precisamente por su dignidad y pureza. La personalidad cambiante de Pedro Sánchez en función de su obsesión por el poder, obsesión continua y repetitiva en aras de satisfacer su egocentrismo, su narcisismo patológico. Para ello, se acompaña de rufianes y no hablo del apellido Rufián, que es la ilógica e ignorancia personificada.
Tiene un temperamento exigente y autoritario que reviste de simpatía y de buen humor. Es frío y calculador, es controlador.
Con respecto a sus adversarios políticos evita la confrontación directa. Nunca responde a las preguntas. Sale, como vulgarmente se dice, por peteneras. Si le pregunta el portavoz de un grupo político, por ejemplo, el PP, sobre inflación, deuda pública, impuestos etc. le puede recordar la corrupción habida en algún tiempo. Actualmente este tema no lo toca dado que el PSOE, con los ertes andaluces y las condenas de los políticos tiene mierda hasta en las cejas. Si es Vox, le puede preguntar sobre las concesiones a los catalanes o los vascos de privilegios, contesta que habla la ultraderecha, tomando como referente la Memoria Histórica.
Es característico en Pedro Sánchez atacar a través de palabras venenosas, comentarios ácidos e ironías, apuñalando por la espalda y vilipendiando a sus enemigos ensuciando la imagen. Lo de ensuciar la imagen lo vemos continuamente en él con todas las falacias y mentiras que utiliza. Su venganza puede ser una tortura china.
Juró y perjuró que no pactaría con Podemos. Juró que traería a Puigdemont. Juró que los condenados por el procés cumplirían las penas
El presidente del Gobierno prometió el 4 de noviembre de 2019, durante un debate electoral que iba a reformar el Código Penal para prohibir los referéndums ilegales y evitar que se volviera a producir otro referéndum como el del 1 de octubre de 2017 en Cataluña
En 2018 estaba seguro de que en Cataluña se había producido un delito de rebelión y proponía reformarlo para «defender la Constitución». Nada más tomar posesión de su cargo, el 20 de enero de 2020, Pedro Sánchez manifestó en una entrevista en TVE su intención de reformar el delito sedición, por el que fueron condenados los líderes del procés . En muy poco tiempo cambió de opinión. Ya estaba sentado en el trono y había que mantenerlo.